domingo, 29 de septiembre de 2019

Es ella

No era su escote,
era su cabello dorado de amaneceres,
eran sus ojos de locura diferente
que invitaban un momento,
una palabra, un café,
era el viento que parecía
que jugaba cómplice con su dorado,
era el sol que iluminaba su rostro
con la suavidad del polvo de una estrella,
era el rojo en sus manos que llevaban a la elegancia,
era su piel que le robaba un suspiro al hoy,
era suavidad,
tardes, crepúsculos, amaneceres.
Era su escote, fantasía,
camino indescifrable cuya puerta era su mirada,
esa mirada que confundía,
que llevaba a buscar a muchas,
era su cuello, sus piernas, era su estela de vida…
Es, ella.

#Poesía

Romance anónimo

Me asomo a su mirada de portales,
de momentos del alma,
salto al abismo de la melodía que
me lleve, en un acorde preciso, a verme reflejado en usted,
me hago mañana, suspiro,
viento,
adopto las formas del hoy
para llegar a su rostro de cielo,
a sus labios de nubes,
toco a la puerta secreta
de su intimidad,
sin promesas,
sin nada.
Doblego mi alma,
el sentir de caminos,
los pasos de montañas,
las alas de lunas,
salto con el vuelo del cóndor
a sus vientos de paramos puros,
altos,
inalcanzables,
navego a sus auroras boreales
que ocultas en sus ojos
esperan el susurro del alba,
melodía del despertar
en su cabello constelar.
Beso sus labios
llevando la lluvia
en la pluma,
en la mente,
tomo sus silenciosas
y pocas palabras
como partitura precisa,
como respuesta
de un ensueño.
Me adentro al brillo
de sus ojos,
ese imperceptible,
ese de diosa de jardines en blanco.
Y la busco,
sin brújula,
sin miedo,
allá,
en donde me deja entrar en
un segundo…
todas, en usted,
enigma, indescifrables,
me hago romance anónimo
y me quedo en usted,
por muchos despertares,
no quedo intacto,
quedo eterno
en su mirada sin tiempo.

#Poesía

En un blues

En un blues dejo mi alma,
la piel, las tripas,
desgarro del hoy,
del ayer,
de los nunca,
de los jamás.
Ahogo mi garganta en whisky,
en hojas,
en una habitación sin tiempo.
Me desdoblo y dejo un cuerpo vacío,
superfluo.
Alcánzame, viento, tormenta…
soy eco de todas las voces. 

#Poesía

domingo, 22 de septiembre de 2019

Vestigios de una hoguera


De repente, al verme en el espejo, vi en el cuello de mi camisa blanca, las huellas de unos labios rojos, sensuales, invitadores ¿De quién esos labios? ¿En qué descuido me dejaron la mejor invitación que haya recibido en la vida?
No sabía si era reciente o de un par de horas atrás, solo sentí la necesidad de buscar a aquella mujer enigmática: ¿Cómo sería? ¿A que sabrán sus labios? 
Era una reunión, de esas, de compañeros de universidad. La casa, llena de personas, amigos, familiares, pocos conocidos, muchas personas extrañas. Me gustaba bailar, era una de las cosas que mejor se me daban, así que iba a divertirme. Intentaba, con las mujeres que había bailado aquella noche, descifrar cuál de todas me dejó aquella marca de pintalabios. Mientras llevaba el whisky a mi garganta, cada detalle lo analizaba en cada una. Descarté a las mujeres que iban con pareja, descarté a dos mujeres que ya no estaban ¿Para qué una invitación así si no se deseaba llevarla a algo más?... así que, por supuesto, miraba los labios de las mujeres en aquella casa. Aparecían indicios de cuál podría ser, tenía cuatro candidatas. Las saqué de nuevo a bailar y de forma sutil, les fui preguntando, no sin antes conversarles y hacerlas reír. Tres lo negaron, la cuarta mujer, la más atractiva, que había descartado por eso mismo, me miró fijamente a los ojos, era la tentación hecha mujer y me dijo: quizá sí, quizá no, averígualo, tienes hasta el amanecer.
En medio de la tempestad en la mente, en el corazón y en el pantalón, miraba cada detalle de su fina presencia: era hermosa, su minifalda, la locura, las manos suaves, sus labios provocadores, sus ojos enigmáticos, su cabello negro como seda, caminaba con la sensualidad a flor de piel. Cuando bailamos, sentía su olor, su cintura dejarse llevar a mí, sentía sus senos como amaneceres de sexo. Ella, pasaba su mano por mi espalda y era imposible no sentir la excitación al mayor grado. No me atreví a insinuarle nada, estuve a punto de besarla, pero tanta excitación me intimidó.
Conversamos muy poco, cuando volví a bailar con ella por tercera vez, ya iba llegando el amanecer, y me dijo: dame tu teléfono, yo te llamo.
Saqué mi  tarjeta de presentación y se la entregué. Me abrazó, me llevó hacia ella fuerte, pasó su mano de nuevo por mi espalda, me dijo al oído: encantada de conocerte y me dio un beso casi en los labios, de esos besos que alcanzan a dejarte su sabor, y se marchó.

Esperé su llamada desesperadamente, no podía quitarme de la mente toda esa presencia de mujer. Cada llamada que me pasaban, creía era ella. Pasaron quince días y nada. Ya desistí de volver a conversar, o de algo más. Pasó un mes, aproximadamente, y la tarde menos esperada, recibí su llamada. Me citó esa misma noche.
Llévame a rumbear, necesito desestresarme, olvidarme de todo. Pedimos una botella de whisky, me miró a los ojos y me besó, me besó desenfrenadamente, pasó su lengua suavemente por mis labios, busco mi lengua con locura, llevó su mano a mi cabeza, y después de varios minutos me preguntó al oído: ¿Por qué no me besaste aquel amanecer? Cuando iba a responder, me volvió a besar, esta vez fue un beso más largo, y ella me besó como nunca lo habían hecho.
Bailamos, aquella noche, como dos amantes que se encuentran una sola vez en la vida. Al salir, me dijo:

-Vamos, sigamos la rumba…
- Pregunté: ¿En dónde?
- Respondió: ¡En mi cama!

Llevó mi mano a su entrepierna, se resbalaban mis dedos sintiendo sus medias veladas, su liguero y su encaje en medio de los muslos. Así, en la parte de atrás de aquel auto, me conducía a su lujuria, y a mí oído, su sutil forma de enloquecerme más: ya casi todo esto es tuyo.

Destapó una botella de vino, sirvió dos copas, regó en su escote su copa, tomó con sus manos mi cabeza y me llevó a beber el vino en sus senos, rompió los botones de mi camisa, me quitó el pantalón, yo quité su minifalda, rasgué sus medias veladas, pasé mi lengua con sabor a vino por todas las partes de su piel. Me miró a los ojos, con una mirada tan clara, tan llena de locura, de entrega, tan honesta y cómplice, me llevó  al abismo de su cuerpo, de su sentir en esa mirada, todo mientras me hacía el amor como jamás me lo habían hecho, danzaba encima de mí. Yo solo podía sentir esos movimientos como el temblor de vida, como el volcán más puro en dos cuerpos que por fin se conectan como se conectan rara vez en la vida.
Preparé el café, el desayuno y se lo llevé a la cama. No podía escapar de su mirada, de sus labios, de su seducción y de la elegancia de su desnudez.
Supe, que ella estaba comprometida, sin preguntarlo, las fotos en la sala me lo dijeron, eso no me incomodaba, y menos después de aquella noche. Me abrazó de nuevo a ella y me hizo una vez más el amor, se entregaba a mí, como si no fuera a existir otro momento para los dos, y en esa entrega me hacía saber, de la soledad que en su día a día la acompañaba. Y como la última vez, me dijo: yo te llamo.

Pasaron dos meses hasta que me volvió a llamar. Ella, no hubo un solo día y noche, en que no pasara por mi mente, y esa noche se lo hice saber. Fue un fin de semana de septiembre, el más inolvidable de mi vida, y el de ella también. Me llevó a una cabaña oculta en un bosque. Tres días con sus noches de entrega íntima, de complicidad, de música, de sexo desenfrenado, de dormir desnudos al calor de la chimenea, de contarnos que nos hacía reír y que llorar. Nuestros cuerpos, mentes y almas, se conocieron. Supimos, que éramos uno solo y seríamos uno solo. Ella, sabía, que sería el último fin de semana en que nos veríamos. Me dejó todo de ella, no se guardó nada para después, me lo dejó grabado en los labios, en mi mente, en mi cuerpo y en mi alma, ella me dejó a todas sus ellas en mí.
Cada septiembre la recuerdo, y sé, ella también me tiene en su mente. No necesitamos escribirnos, no necesitamos llamarnos, sabemos que nuestro secreto es eterno, sabemos que nos tenemos, así estemos en otras pieles, porque siempre seremos,  amantes eternos, y en nuestra piel las huellas que jamás se olvidaran, los vestigios de una hoguera, del fuego que nos hizo cómplices de la más sublime seducción, en una historia eterna y bonita de amor.




Ilustración: Edwin Giraldo
Escrito: Alexander Moreno

#Relatos

viernes, 20 de septiembre de 2019

¿Vida o ego?

Sonidos abruptos envuelven la mente,
la incesante pregunta del sí o del no,
el frío compenetrándose con la agonía,
incandescentes respiros de vida,
minutos inesperados secan la boca,
movimientos perdidos e irrecuperables,
las manos hablan, solo incertidumbre,
pupilas paralelas en una sola alma,
poros y respiración, a veces desesperación,
estás aquí o estás allá, sube o baja,
emprende un camino largo o quizá corto,
corazón y mente en armonía
de la nada o de lo heterogéneo,
sigue o espera hasta lo eterno,
se ensimisma o se libera hasta lo absurdo,
soledad avisando la larga tontería,
reflexión apareciendo en la razón,
aclara, brilla, resplandece, enceguece,
atrás, solo incertidumbre, lo irremediable,
este momento, todo lo insignificante,
la mente envuelta
¿No lo quiere?
de esto, solo nace la nada,
de la nada aparecerá un todo insatisfecho,
renacen agonizantes respiros de vida,
ya no se ve lo inesperado,
se ve el presente ¡como palpita!
se fija en lo profundo
está a la orilla, observando,
sangre y amor preguntando en dónde,
ojos asombrados viendo solo calor,
temperaturas altas excitando imaginaciones,
efervescentes sensaciones,
inexplicables, incoherentes y hasta inevitables,
se oyen, dialogan y comprenden,
silenciada el aura buscando
¿Encuentra? no, aún va, recorre,
y seguirá andando, volando,
la mente, la percibirá y dormirán
¿Se despertaran o nunca lo harán?
el alma abruptamente escuchará,
el sí o el no, nunca se acabará,
se abrazaran con el universo, seguirán
y se extinguirán
¿Es posible o quizás no?
¿Vida o ego?

#ÁcidoNeurótico 

Ave de mis sueños

Acompañada por un hálito de dualidad simple,
sus días le conocían y le trascurrían.
Poco a poco sus ojos se teñían de ocasos de otoño,
su rostro no traspiraba felicidad,
solo compromisos fantasmagóricos perseguía.
¿Y sigue atada a sus miedos?
El éter absorbe su esencia de ave,
me trae sus alas
para yo poder reconstruirlas
y darles un nuevo impulso.
Solo le pido que cuando vuelva a volar,
regrese de vez en cuando,
para garantizar que sus alas se encuentren perfectas
e inyectarles el combustible necesario para que no se agoten:
mis sueños.

#Poesía

martes, 17 de septiembre de 2019

Perdón, hijo

Perdón, hijo,
por mis fracasos, mis caídas,
por los bolsillos vacíos,
por el helado que a veces falta.
Perdón por mis noches de melancolía,
por el agujero negro que me atrapa,
por la mañana que me agobia,
por mi abismo.
Aunque no lo sabes, aún,
te veo inocente y siento ganas de llorar,
de contarte todo,
de resguardarme en tu abrazo de cielo,
de llenarme de tu sonrisa de vida.
Perdón por dejar de creer en mí,
por las malas decisiones,
por la ausencia,
por las compañías inoportunas.
Algún día, te contaré todo.
Hoy, solo intento dejarte
el mejor recuerdo de mí. 

#Poesía 

Piernas de tequila

Se desliza lento un suspiro
por sus piernas de tequila,
se dibuja la tinta por la suavidad
de su sensualidad de medianoche.
Sus tacones, el negro,
llevando a la mente a la
exploración de las sensaciones,
su elegancia que vislumbra sofisticación,
el encaje que acelera
sus finos trazos de mujer.
Sus medias veladas que se confunden con la piel de hojas de primavera.
Mis letras, osadas,
se deleitan en su lienzo sensual.

#Poesía

Fogata con letras

Se acerca el invierno al sur,
los vientos llevan frío,
quizás nostalgia,
llegan con distancias.
Acá, ese frío es conocido,
las noches de lluvia
a veces enfrían hasta las hojas.
Y a veces, una palabra,
desde el silencio de la madrugada,
enciende el calor del sentir.
Fogata con letras,
calor con café,
en tus manos mi deseo,
en las mías, tu pensamiento.

#Poesía 

viernes, 13 de septiembre de 2019

Navegante de oscuridades.

Vestigios de alta mar,
huracanes de tiempo,
tormentas del hoy, del ayer,
del no futuro.
Barco al agujero negro,
a los laberintos,
a los espejos,
al abismo.
Navegante de oscuridades,
de sombras.

#Poesía

Soy el extraño

Soy el extraño de madrugadas sombrías,
de pensamientos utópicos…
llevo en mi melancolía
universos, galaxias, música muy mía.
Soy el extraño que cierra los ojos
para respirar cuando todo está en silencio,
escucho la lluvia llorar
en mi techo de cemento,
escucho los fantasmas del ayer,
escucho los demonios del mañana.
Soy el extraño de suspiros a las 3:17 am,
soy el que ve con los ojos cerrados y el sentir abierto.
El humo gira en mi mente surrealista,
soy el extraño débil,
el que nadie ve,
el que nadie siente pasada la medianoche.

#Poesía 

Aquella supernova se convirtió en mujer


Cuenta la leyenda que aquella supernova se convirtió en mujer. Después del big bang, por el universo que se expandía, los colores de las galaxias iban cambiando el negro de oscuridad, por los violetas, rojos, azules y demás colores, formando mundos inimaginables. Pero existía un color que los encerraba a todos, un color que nadie había visto, ni entre planetas, ni galaxias. Era el color de una supernova como nunca brilló alguna, con un destello que iluminó hasta el rincón más infinito del universo. Poco a poco aquella supernova fue extendiendo su manto de inmarcesible belleza a todas las galaxias. Los agujeros negros, maravillados, empezaron a contemplar su luz inalcanzable para ellos, los cometas, juguetones como gatos, giraban alrededor de ella en órbitas de danzas de admiración. Los soles de cada galaxia se engalanaban al paso de su luz, las lunas al verla tan hermosa, se escondían en sus lados oscuros. Cuentan, que en el universo hay unas fuerzas muy poderosas que se buscan y atraen entre ellas, algo cosmológico, fuera de cualquier dimensión perceptible, más allá del tiempo y del espacio. Aquella supernova sintió, en un planeta azul, aquel par que la complementaría para por fin ser la más luminosa.
Un día de septiembre, a la madrugada, mientras todos dormían, aquella supernova llegó a esa otra fuerza y belleza cósmica. Una mujer, con galaxias en sus ojos, descansaba.
En un suspiro, la supernova, exhaló su último aliento y se dijo a sí misma: vaya que esta mujer es hermosa como aquel universo de dónde vengo. Dejó, en aquella mujer, la fuerza celeste de su luminiscencia, el brillo de miles de millones de años, el único color por el que las lunas se escondían, todo se lo dejó  a ella.
Desde aquella mañana, cuentan, que hay una mujer con galaxias en sus ojos, en su alma una supernova y en su belleza, el universo más brillante jamás visto, ni sentido.

#Microcuentos #Relatos

martes, 10 de septiembre de 2019

Cartas eróticas de media noche


Querida Ivory y amada mía.

No sin antes, desear se encuentre usted muy bien, le escribo desde esta distancia que destroza mi alma, que acaba con la cordura de mi mente, que me lleva cada noche, en su ausencia, a buscarla en mi piel, en mis recuerdos, en mi mente.

El invierno es cruel, la soledad más. Los días con sus noches, calan en la carne, en los huesos, a veces con los ojos cerrados, o incluso abiertos, le pienso y la siento tan cerca. Imagino sus labios rojos que se acercan a mí, me besan despacio, me muerden con las ganas de comerme al instante. Siento como mis manos toman su cintura mientras mi lengua entre su boca mojando lento, siento su respiración ir en ascendente mientras mis manos van a sus caderas y entran en su blusa buscando sus senos, que al roce de mis dedos se encienden y me encienden a mí.
Se detiene mi tiempo en esta ciudad nostálgica al llevarla en mis bolsillos de distancia. En las noches, huyo a usted, la veo llegar y cruzar la puerta, escucho sus tacones caminar lento, veo sus largas piernas como alas de ángel elevándome a la contemplación. Me llevan sus medias veladas a jugar con mis ganas de romperlas, de subirle la falda, de quitarle su ropa interior, de besarla hasta que humedezca mi boca con el sabor de su cielo, de su infierno en llamas. La pienso, amada mía, y la veo con su liguero rojo encima mío, danzando con su vientre mientras sus senos se mueven como olas, la siento suave, loca, rápido, la escucho gemir mi nombre, clavarme sus uñas, meterme muy adentro de usted, dejándome su olor a sexo de olimpo.
El otro día, de regreso a casa, pase por una biblioteca que queda cerca de donde vivo, recordé cuando la conocí y la vi por primera vez. Jamás pensé que aquella mujer de cabello negro, labios rojos, gafas de erudición, que buscaba un libro, fuera a tener el sexo de los dioses en sus piernas, en su todo.
En las tardes me tomo un café, leo un libro, pero es imposible tener paz en mi mente, de inmediato me voy a la cocina, al comedor, al baño, al piso, al sofá, a todos los rincones en donde usted me ha dejado agotado y extasiado con su río de pasión, en donde me ha matado y me ha revivido con sus besos tiernos y cálidos después de devorarme como leona en celo.
La vida me asfixia más de lo que usted cree, y solo desearía la asfixia de sus muslos que me atan a su éxtasis, a la explosión de todas las mujeres que tiene, al temblor sublime de su todo.
El tiempo corre lento, muy lento, las horas clavan su puñal en mi pecho, en mis muñecas y solo usted en la distancia me salva. Ninguna mujer en esta ciudad fría se iguala a todas las mujeres que solo su nombre encierra y deseo lo más pronto volver a sus brazos, a su cintura, a sus ligueros, a sus besos de licor, al abrazo después del sexo. Cada minuto es eternidad, cada segundo, abismos.
Espero usted me piense igual, me extrañe y me tenga en su piel, en su entrepierna, en su pecho de flores, espero me tenga y me espere con las mismas ansias.

De usted siempre, en mis días grises por su distancia, y en sueños mojados.

Louis.

P. D. Cada día lejos de usted me hace desearla más, no veo la hora de llegar a su cuerpo, a su alma y a sus orgasmos de vida.







Querido Louis.

¡Estoy temblando! feliz, temblando de felicidad.
No creí que me escribiría tan pronto, y saber que me extraña como lo hago yo. Louis, no sabe como lo he echado de menos, esto es delirante. Mi alma y mi cuerpo sufrimos por usted, y más por las noches, aquí el verano, golpea con fuerza cada noche, en realidad es todo el tiempo, ¿sabe? Ayer hable con mis hermanas de usted, les conté de lo maravilloso que la pasamos juntos, esa chispa electrizante al cruzar nuestras miradas es como si nos conociéramos de mil vidas, quién diría que en una librería sería el lugar que el destino pondría para conocernos, ese lugar lleno de tinta, de hojas, de miles de títulos, de historias por contar, ese lugar en donde los engranes se acomodaron, me dicen que me olvide de usted, que lo más probable es que usted encontraría pronto a otra mujer a quien amar… pero ellas no entenderían esto que me pasó con usted, es algo que jamás había vivido, soy otra mujer, nunca había sentido esta necesidad animal, por llamarla de alguna manera. Cierro los ojos y vuelvo a vivir todo, nos devoramos, y si me sentí una leona en celo, estas noches húmedas en las que no consigo conciliar el sueño. Pasó mis manos por donde estuvieron sus labios, hago el mismo recorrido, empiezo por mis labios, sé que le gustaron, no sé qué le gustó más ¿mis labios o los ojos? Recuerdo perfecto después de que chocamos en el pasillo de ciencia ficción, entre los clásicos de Julio Verne y Úrsula K. Le Guin, sus ojos volaban de mis labios a mis ojos… paso las yemas de mis dedos por mis labios, recordando ese primer beso que nos dimos con sabor a café esa misma tarde después de nuestro percance, fue Inevitable ya no pudimos estar separados el uno del otro. Poco a poco las deslizó por mi cuello, recordando las mordidas que en el depósito, las huellas de pasión que quedaron gracias a esa barba, y mis pecho reclaman atención, ellos desearían que fueran sus labios pero solo están mis manos, recuerdo cuando nos entregamos en la cocina, entre besos y agarrones sacó de la alacena el whisky lo sirvió con hielo pero quedó ahí en la barra, cuando de pronto imaginé bebiendo de su piel el líquido marrón, no lo pensé dos veces, fui despojándolo de su ropa de una manera desesperada, como olvidar su cara de sorpresa y aún más después que tomé el vaso di un trago pero no lo pasé y lo esparcí por su pecho, el mejor whisky que he probado, sin lugar a dudas es ese. Fui limpiando, bebiendo gota a gota, pasando mi lengua, mis labios por sus tetillas… Sigo bajando mi mano, ahora está sobre mis pechos, los tomo con la punta de mis dedos, y doy suaves tirones. Este calor asfixiante sigue haciendo de las suyas. Mis labios recuerdan sus besos, besos desesperados, cuando su boca se dedicó a besar mis labios, ya habíamos dejado la cocina, estábamos en el salón, el vaso de whisky nos acompañó, esta vez quedé debajo de usted, tomó con sus dedos uno de los cubos de hielo los paso por mis pecho en círculos hasta dejar mis pezones erectos, gemidos, nuestras manos por todas partes, y después sentí lo frío sobre mis labios, como quemaba, mi cuerpo cada vez estaba más húmedo, vi esa mirada perversa en usted y me gustó. Ahora mi mano está sobre mi monte de venus, mis dedos recorren sin prisa el contorno de mis labios, la humedad sale de entre mis labios, como ese día cuando el hielo lo introdujo en mi interior, abrí los ojos grandes al sentir como el frío me invadía, mi cuerpo estaba muy caliente, y el contraste de temperatura fue delirante, pero lo mejor llegó cuando dejó caer de su bebida marrón entre mis labios y bebió directamente de ellos, esa lengua endiablada que tiene me hizo no solo gemir, grité como una loca, loca de placer al correrme, como en este momento cuando mis dedos entran y salen de mi cuerpo y mi espalda se arquea, mis músculos se tensan, siento como toda esa energía se concentra en mi centro, voy a explotar como un volcán… Louis, este calor es agobiante, no sabe cómo me hace falta, sentir su respiración en mi oído.

Espero y pronto pueda volver.
Ivory

P. D. Recuerda la nevera cercana a la biblioteca, tienen en nuevo sabor; alas de ángel le llaman, quiero probarlo con usted.




Carta a Louis por Alma Alada.
Carta a Ivory por Alexander Moreno.

#ElWhiskyDeMediaNoche
#Poerotic
#Epistolar

sábado, 7 de septiembre de 2019

Desenfreno

Mi desenfreno buscó sus labios rojos de pasión,
en la medianoche,
tome sus manos de anillos,
las apreté con las ganas de aferrarlas a mi cuello.
Al sentir su lengua buscando la mía,
mojada, lenta,
tomé su cintura,
sentí su espalda y baje a sus caderas.
Mis manos, presurosas,
empezaron a subir desde la rodilla hasta su templo,
que húmedo, me empezaba a llamar.
Su minifalda quité,
mi lengua probó su piel suave con encanto,
degustando su pulso acelerado.
Su ropa interior negra, de encaje,
enloqueció mi cordura.
Entré en su tibieza,
bebí su agua de sexo,
despacio, rápido,
sintiendo su agitar,
mientras mis manos en sus senos
acariciaban la lujuria.
Pronunció mi nombre entre gemidos,
derramó en mí su éxtasis,
arañó mi piel, marcándome,
me envolvió en sus piernas,
me aferró a ella,
me hizo su piel.
Probé el tequila
en la euforia
de sus piernas temblorosas.

#ElWhiskyDeMediaNoche
#Poerotic 

lunes, 2 de septiembre de 2019

Astronautas de sueños


La cuenta regresiva había iniciado, el viaje iniciaría y el espacio los esperaba. Mientras empezaban a subir entre las nubes, su hijo, maravillado, veía como todo se volvía pequeñito, lo que era enorme ahora era como un juguete, las casas, los autos, los animales, todo diminuto. Al pasar por las nubes veían como las aves los despedían, como del arcoíris salió un algodón de azúcar moviendo su mano y diciendo adiós. Al salir de la tierra, vieron el universo mágico, muy, muy grande, vieron a la luna sonrojarse porque le estaba mandando un pico al sol, vieron los cometas correr como niños por un prado de dulces de todos los tamaños y colores. Su destino era la constelación de Orión.
Entre estrella y estrella, miraban como el sol arropaba con sus rayos a toda la vía láctea. Por fin, después de viajar por varios días, de ver planetas soñados como balones de fútbol, llegaron a  Orión.
Los ojos de ambos, se iluminaron como niño que recibe su regalo de navidad soñado. Era grande, muy grande, en su cinturón tenía planetas de agua, su arco, era enorme como una ballena, sus flechas eran de hilos de telaraña. Cuando los vio sonrió y los invitó a su casa.
Adentro, les contó como había cazado escorpiones por el universo, como se había hecho grande y fuerte, les invitó gelatina de osa mayor, helado de supernovas, postres de galaxias, los invitó a pasar la noche y encendió una fogata con estrellas. Mientras dormían, les susurró un secreto al oído de ambos: desde ahora, cuando duerman en la noche de navidad, se abrirá un portal entre su mundo y el mío, podrán venir  y encenderemos la fogata de Orión.
Al amanecer volvieron a su cohete, el regreso tenía que ser ya, debían llegar apenas para la noche de navidad. Tomaron la misma ruta que de ida, pero ahora cada planeta, cada estrella, cada asteroide los despedía sonriendo e insinuándoles que regresaran. Al ver a la tierra, sorprendidos, se les aguaron los ojos por el azul celeste que tenía, era hermosa, algo que desde adentro no podían ver, y la luna, al verlos de nuevo, les regaló polvo y rocas de su suelo para que los demás niños también tuvieran un pedacito de ella.
Llegaron el día de navidad, estaban tan cansados que apenas pasó la medianoche se durmieron. En sueños, se abrió el portal y Orión los llevó de la mano a su mundo otra vez.
Ahora, cada noche de navidad piden un deseo, miran a la constelación de Orión porque saben que allá tienen un hogar más, pero desean que todas las niñas y niños del mundo, también puedan ir.

#Relatos #Microcuentos

Lleva tu nombre


A ti,
a tu elegancia, belleza y sensualidad.

Sale de adentro la contemplación
como amanecer de septiembre,
como noche de color rojo,
sale mi voz
que a gritos reclama
su elegancia de universo.
Su cabello largo, negro,
evoca un contrabajo de locura,
una íntima canción para ser escuchada
en un instante sublime de complicidad,
en un vino sin épocas, sin tiempos,
sin ayeres, sin mañanas.
Elegancia que como luna,
roba letras a la noche,
las convierte en belleza de labios rojos,
de suave piel de nube,
hermosura  de ojos negros,
intimidante música
en sus más finos detalles de mujer.
Atrapa suspiros de café,
que como aroma de vida,
persiguen un atisbo de su sonrisa desconocida…
No es inspiración,
es ensueño, cielo completo,
espejismo surrealista de mucho
más que poemas,
trazos de estrellas
en su rostro,
que en la hoja en blanco,
dibujan una partitura celestial.
Nunca antes la elegancia
y belleza
se hizo poesía,
y lleva tu nombre.

#Poesía