Amanece esta mañana un poco nublada, son las 7:38
am, el panorama nacional y mundial no es nada alentador. El presidente, anoche,
en su alocución, informó que no hay de qué preocuparnos. Pero lo cierto es que
en todos los sectores hay escepticismo y se habla de que se oculta mucha
información. En otras noticias…
Así, esa mañana, mientras tomaba un café, el
presidente se reía desde su escritorio. Aunque nadie estaba preparado para tal
situación, se sabía, se necesitaba mucho carácter para afrontarla. Sonó el
teléfono, y al otro lado, la voz le dijo: ya sabe qué hacer, debe manipular a
todos, medios, partidos, a todos, nadie debe saber la verdad, mientras tanto,
nosotros estamos ya listos para implementar el plan final, y esto era lo que
estábamos esperando. Después, colgaron.
No podía ocultarse, huir, esa había sido su
decisión desde un principio, sabía que le había vendido el alma al diablo, pero
él, también era sangre ya.
En las paredes, ocultos, estaban los micrófonos
grabando cada palabra que se pronunciaba en aquella habitación, que parecía, el
juego del terror.
Estaba lista, una guerra civil, que iba a empezar
pronto, pero la pandemia había llegado y la aplazó. Se eliminaría de la
población, a todas las personas contrarias al régimen. Y para esto, en uno de
los laboratorios ocultos del gobierno, estaba lista el arma asesina. Bueno,
ahora, ya no necesitaban una guerra, solo necesitaban aislar a la población y
entrar a cada una de las viviendas para eliminar a los detractores. Al final,
fue lo mejor que les pudo pasar.
La noche siniestra, sería recordada por su
completo silencio, mientras en casas y apartamentos, la gente dormía, uno a
uno, fueron entrando los asesinos de amarillo, a cada lugar. El arma, una
inyección secreta, mataba al instante, pero después, los cadáveres, los hacían
pasar como muertes por el virus que generó la pandemia. La operación asesina
inició a las 00:30 am y debía terminar a las 05:30 am, todo estaba calculado,
nadie podía retrasarse o fallar, sino, también sería ejecutado.
A la mañana, antes del primer atisbo de luz del
día, una llamada se hizo: todo ya está hecho, no hubo testigos, todos fueron
desaparecidos, solo falta la carta final, esperamos instrucciones. Otra voz
respondió a esa misma llamada: perfecto, ya, no hay que perder más tiempo, la
última carta debe morir, ya saben, lo sacan de la casa, debe ser como víctima
del virus, así lo sabrá la opinión pública, en dos días morirá.
Antes del primer café del día, cuando ya habían sido
ejecutados todos los asesinatos, el presidente recibió una nueva llamada: sr
presidente, a usted también lo van a desaparecer, huya… en ese preciso momento
entró el jefe de seguridad de palacio y con un arma en la mano dijo: sr
presidente: llegaron por usted.
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