buscó en los rincones de la habitación
y solo encuentro muros,
telarañas que envuelven hasta los
suspiros,
por las rendijas entra el aire que
congela los huesos,
la piel y a veces hasta las palabras,
se detienen el tiempo y el universo en la
oscuridad,
un dolor cual daga en el costado acecha
mientras intento engañarlo,
pero al final el único engañado soy yo y
mis huesos.
La realidad del tiempo cobra una a una
mis maldiciones,
realidad que sin máscaras me lleva al
abismo
y en el fondo me deja sin aliento y sin
camino...
mientras a lo lejos esos espejismos
surrealistas se caen en mi hoy
y en mi mañana,
derriten hasta el insomnio y me desfiguran,
derriten hasta el insomnio y me desfiguran,
solo quedan pedazos de sonidos,
vestigios y una que otra muestra de lo
que se era, de lo que se es...
no queda más espacio en esta habitación,
solo vacío,
solo ausencia de palpitar,
melancolías que hacen fiesta en cuatro
paredes de miseria,
melancolías sinceras esperando el final,
melancolías sin afán, sin licor y sin
rumbo.
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