domingo, 30 de octubre de 2022

Seis estaciones.

 
Sobre vientos pasan estaciones llevando agonía, padecimiento y vaho de ausencias y locura. Noches largas sin tiempo, sin mañanas, sin la caricia del alba. Al fondo del último silencio se esconde el refugio oportuno, esa paz, esa calma después de tormentas que desgarraron sueños, carne y piel. Alma nueva emerge como abrazo de poesía entre dos voces, sentir y anhelo. Seis estaciones entre la agonía y el alma.
 
 
Seis estaciones.
 
“Agonía en mi piel
de oscuras noches,
de desvelos
en que mi corazón
solo sentía vacíos
y mentiras
plasmadas en cada
gota de rocío”
 
Agonía
en mis cicatrices,
dolores de desayuno
en manos sin pulso,
ese vacío,
ese hueco a la nada,
gotas de mi frente
acariciando soledades sin calor,
desvelo eterno
susurrando lejanas y ausentes
palabras sin camino. Esa carencia.
 
“Vaho tu aliento
sobre mi sexo,
ese que nos sostenía la pasión,
complicidad y amor,
amaneceres contenidos
entre besos y abrazos,
ese amor que tú me dabas
deleitando mis atardeceres
y contemplando mis noches”
 
Vaho
tus manos lejanas
que no arroparon ilusión,
vaho
sobre mis ojos ciegos,
sobre sabores de nostalgia,
vaho
en cada poro que sabe de la ausencia definitiva.
Escucho ese eco
distante,
ese desgarrar por cinturas de sexo y gemidos,
ojos cerrados,
boca sedienta,
muslos temblorosos.
Acá, detrás de mi mirada,
espero nuevo sol, nueva luz,
ese destello encendiendo alma
agotada y manos sin resignación. Ven.
 
 
“Padecimiento en mi corazón
por aquel amor que no fue,
por apostar a todo
y no tener nada
cegada por mis Ilusiones,
cegada por tus ojos,
por aquel brillo que tenía
cuando me decías te quiero,
eso… eso aún duele”.
 
Padecimiento
helando los anhelos de mariposas
y golondrinas en mis costados.
Apuesta perdida
entre oscuridades
de dolores,
de sin sabores,
de insomnios,
esas guerras sin ilusión,
opacidad turbulenta, niebla,
silencio
asesinando pensamientos
que duelen, que aún duelen.
 
 
“Refugio en caminos de dolor,
refugio de mis sombras
que solo llamaban a no soltarte,
a no soltar ese abrazo
que solo eran ilusión,
a no soltar esa mirada
que observaba otros ojos,
que sentían otro olor.
Fuiste refugio de mis manos
que ahora están frías sin tu amor,
frías sin tu calor”.
 
Refugio
en medio de tantas sombras,
refugio de espinas que dejaste
al lado de piedras, lodo y olvido,
refugio cansado de huesos sin fogata…
suspiro errante tras las costillas
de los ojalá,
y al fondo,
tras la caricia vagabunda,
nuevo aire habla a mi oído
y pregunta por mi corazón roto.
Víctima del cielo, del aire,
ese columpio a sueños inconclusos…
y atrás del viento,
tu cabello llama al perdón
y a caminar entre nubes nuevas.
Refugio
entre venas
que ya no mueren, renacen.
 
 
“Paz entre tus batallas y las mías
ganando toda guerra,
suspirando libertad,
esa que cada día llevo como tinta
de mis entrañas,
esa paz que siente volar
sus recuerdos y los hace suspirar,
esa paz que me hizo volver a mí.
Sin ti me encontré en abismos de verdad
y consuelo es saber
que cada batalla era un amanecer nuevo,
que cada batalla no eran barcos
sin timón ni mar
sino un horizonte cálido que se llamaba libertad”
 
Paz
entre caos de mis pasos tristes,
paz bajando del norte frío
al sur de ausencias sin manos que aprietan,
ese clamor silencioso –gritando-
abecedarios de tus labios
entre mi boca,
susurro clandestino
sin hogar,
pero amanece de nuevo,
canto amarillo
surca pupilas dilatas
entre cafés y lluvia oportuna
de nuevo día.
Esa paz llamada
cálida libertad de alas entre tus costillas
y el hueco de mariposas a tu sombra celeste.
Vuela, zarpa, surca, salta.
 
“Alma mía,
cielo mío,
en ti mi esencia,
en ti mi fuerza,
esa dormida en ataduras de papel.
¡Oh! ¡Alma mía! He encontrado mi latido
y paz en el perdón
fuerte de cada sentido,
ese que nace de luz y amor,
alma del perdón
gracias por ser maestro,
mi alma se une con hilos de oro en cada cicatriz.
He encontrado mi camino junto a mi alma de Dios,
caminos de verdad,
caminos de luz en paz,
almas de destellos que llegan
a mostrar cada fulgor.
 ¡Oh! ¡Alma mía!
He encontrado mi luz”.
 
Alma mía, allá,
alma tuya, acá,
alma de mil décadas
por calles en mis poros nocturnos,
alma libre,
alma llora,
caricia silente
de amor, esencia
y latido preciso
entre acordes sin distancia
ni ruidos de mil guerras
sin trincheras.
Alma
de mis fines,
inicios, origen primigenio
al fondo del adagio póstumo…
luego, tu pelo,
labios rojos
entre mi pluma,
ojos de águila
acariciando al viento
de todos los abriles.
 
Alma,
sacude tus alas
y vuela entre mis medianoches
mientras bebo tus flores al despertar.
 
 
Textos y voces por Eva @eva_poeta y Alex moreno @alexmorenog 

#Poesía

No hay comentarios.:

Publicar un comentario