viernes, 21 de enero de 2022

En nosotros

“Anochece de nuevo,
me quedo en el frío silencio,
enredada entre los reductos
de un corazón en llamas.
Me ahogo en la penumbra,
se acaban los febriles anhelos,
mi cuerpo le extraña,
no más que mi alma”.
 
Medianoche asesina,
habito rincones
que acaban cada pedazo de mi carne,
esa que se pierde en insomnios
tras el manto de sus manos
en mi reloj sin calor.
Grito, corro por muros
que estrangulan sentir de
mil lunas sin ella.
 
“Entre lágrimas resilientes
desnudo mis miedos en la oscuridad,
inmersa en mis sueños profundos,
le busco hurgando dentro
de los pliegues que forman
mi humedad.
Despierto cayendo en el abismo
de mis días sin él”.
 
La siento,
acá, en paredes frías
anhelando la tibieza de sus manos
por mi piel,
siendo ese sueño
que se aferra a sus muslos
hasta hacerla despertar
de éxtasis.
La siento,
susurrando más que silencios
en mi oído,
gimiendo mi nombre
mientras mi barba
reclama el lenguaje
de sus labios sin vergüenza.
Despierto
cayendo al laberinto
del hoy sin ella.
 
 
“La Luna, mi fiel compañera,
se apiada de mi tristeza,
me traza el camino para llegar a Él.
Entre veredas y montañas
acelero mi paso, el viento me dice
que no desfallezca, me acerca Su
aroma y al fin estoy frente a Él.
Lo miro,
inmóvil me pierdo
en lo profundo de su incrédula mirada,
cautiva de su silencio”.
 
 
Pero no hay más silencio
entre sus labios y mi lengua,
entre su mirada
y mi deseo de devorar
la distancia que consumió gritos
de ausencias.
No hay rincones
de soledad,
todos,
son consumidos por su cuerpo
que desviste la espera de mis manos
por cada trozo de sus noches en que
me anhelaba.
Lento, rápido, dejo en cada esquina
de su cuerpo los mordiscos de mi frenesí,
furia de mi carne que entra en ella
haciendo hogar en su humedad,
sintiendo el tiempo de sus muslos
en el reloj
de mi sexo sin fronteras.
 
“Sueños que se han vuelto realidad,
sus manos derriten los témpanos de hielo
que había a nuestro alrededor.
Impaciente me envuelve en sus brazos,
en férvidas caricias, creando manantiales
que brotan de mi vientre ardiente.
Su voz iracunda gime mi nombre
y yo siento desfallecer ante su embiste,
nuestras almas se funden
entre arrebatos de placer,
haciendo caer la distancia,
deteniendo el tiempo del reloj,
creando en el viento latidos
que perdurarán la vida eterna.
 
  
En mí, en ti,” 
en nosotros.

#Poesía 

Textos y voces por: @_Angel_inhell y @alexmorenog 

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