Cuando la buscaba, no tenía
que mirarla de frente, la buscaba a través de aquel espejo, en donde yo cada
mañana me miraba. Lo extraño era que nunca la había visto a los ojos, pero en
mi mente estaba esa presencia como si fuera una realidad. Me tomaba de la mano,
me hacía pasar aquel portal, me llevaba a un universo de estrellas de perlas, y
allá, me hacía el príncipe de su reino de manantiales.
Los espejos de la realidad e
irrealidad me llevaban entre mundos cada mañana. Un golpe en la puerta unió los
portales del tiempo. Era ella, por fin, como un ensueño la vi, y en sus ojos la
realidad. Me perdí y nunca más desperté.
#Microcuentos #Relatos
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