domingo, 13 de enero de 2019

Oropel

Se sacudía la mente en aquella estación del sur,
las cicatrices eran solo la muestra de caminos sin rumbo,
batallas libradas en campos ajenos,
dolores que despertaron en la madrugada,
sed de tiempos de sangre
donde las dagas apretaban el costado más débil.
Las mentiras se pegaban a la piel como
garrapatas a la presa más débil,
en el corazón la verdad
buscaba su lugar en ese caos,
las máscaras como teatro romano
jugaban con mi esencia,
y yo iba tras de ellas
como actor de tragedia
sin saber de su fin.
La medianoche leal solo fue espejismo,
en la prendería quedaron los regalos dados,
en el ayer quedaron
los besos brindados con el alma,
la tinta de aquellos poemas se diluyó,
el precio de lo que no valía se supo.
En esa estación del sur
todos los trenes eran maquinas del ayer,
al mañana ninguno iba,
los destinos no valían ya la lucha,
la verdad era anunciada
a las doce en punto de la medianoche,
y la soledad en esos pasillos llegó,
las apariencias se marcharon en cada vagón,
los adornos, los engaños,
el oro no brilló más en la noche sincera.
El humo acompañaba el andar
como presagio de una madrugada tenebrosa,
ya no se oían pasos,
ya no se  escuchaban voces,
al fondo un corazón
guiaba al destiempo.
Las mariposas del amanecer,
cansadas,
iniciaron su último vuelo,
atrás el oropel…
¿Todo sería en vano?

#Poesía 

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