jueves, 27 de diciembre de 2018

Carta a...

Carta a mí...

De antemano señorita espero se encuentre muy bien;

La presente es con el fin de agradecerle a usted y de paso al universo por tan grata presencia en la vida, en ésta vida y en la mía, cuenta usted con un encanto que más que palpable, es visto no con los ojos sino con el alma, un encanto que más que encanto es la lección de la vida a quienes la rodean: su bondad. Continuando con mis argumentos, estuvo usted en mi mente, auscultando adentro, muy adentro de mis enigmas, al punto de llevarme a una respuesta, que más que respuesta es un hecho irrefutable del hoy: estuve caminando en la vida en búsqueda de lo real, pero empezaba siempre por lo que se ve, después de encontrar lo que veía, intente encontrar lo que deseaba, hechos que me llevaron a intentar construir desde la intención del cambio de algunos de mis gustos y del hacer, también el de intentar modificar gustos de quien me acompañaba en el momento; el intentar generar esos cambios que al final serian utopías, ya que el alma es esencia más no arcilla, porque el alma evoluciona pero parte de una esencia desde que somos niños, está dentro de nosotros, construida y reforzada por nuestros padres, y la fortalecen una que otra alma que nos toca, y en este orden de ideas, no modificamos un alma, la contemplamos y la absorbemos no con pertenecía sino con la libertad de que nos deje huella imborrable; todo esto me lleva a concluir que me ha sido revelado su alma antes de cualquier irrealidad de la vista, lo que hace a mí mente y razonamiento decirle que lo que no vi en nadie usted me lo ha hecho sentir.
Ahora bien expuesto el máximo argumento del sentir, me surgió una analogía, por supuesto inducida por sus historias y vivir:
Somos como las huellas en la arena del mar, algunas veces nos cuesta mucho camino llegar a esa arena, en cada huella en la arena están nuestras adversidades, alegrías, las fortalezas y debilidades, con la oportunidad de dar un paso adelante hasta que se deja otra huella, que no es igual a la anterior, porque en su ya, cada huella es diferente como  cada paso, no hay dos pasos iguales, y por colocar un límite de doce pasos por ejemplo, ya cada huella es diferente y siempre quedaran en esa arena, en ese momento y así llegue el mar y las borre, en el tiempo no se borraran, pero los pasos no son estáticos, como si quizás a veces el tiempo, razón por la cual tendremos nuevas oportunidades de llegar a la misma arena y pisar incluso encima de las huellas anteriores pero en otro tiempo y en otro ya, con nuevas vivencias y experiencias para dejar en esas huellas; el punto final de esta analogía es que hoy es el resultado de nuestros pasos en la arena, ahí están las huellas, pero llega el mar y las hace no perceptibles a la vista, más no las borra; lo que conlleva a que lo que cuenta son los pasos, esos son los que definen las huellas, hoy es cuando cuentan los pasos, no los de ayer, hace un mes, años o décadas, y en la vida cada paso siempre es más sabio y liviano porque vamos dejando pertenencias , odios y rencores, hoy el paso es diferente al de ayer.

Perdone usted lo extenso pero al punto que deseaba llegar era a su hoy, permítame señorita intentar desde ésta realidad o irrealidad que es lo mismo allá que acá, ser un paso, que ayude a dejar en la arena lo que no merece ser llevado al siguiente paso, más si ser el siguiente, quizás un poco osado de mi parte, pero con su permiso, desde acá, le acompaño en esos pasos.

No sin antes agradecer su amable tiempo en leer estas líneas, sepa usted que la pienso, como el mar que desea llegar a sus pasos.

De usted siempre:
Alex

#Cartas 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario