caídas, tropiezos y más caídas,
llevo en mis zapatos zancadillas,
piedras y arrebatos,
llevo en mi mente senderos, soles y
noches;
todo me lleva a la montaña,
a veces al río,
con una guitarra en la mente
y el frío del páramo
que calienta el alma con su aire limpio,
tengo la edad del caminante que avanza…
Llevo cicatrices ya ocultas,
tatuajes en la memoria que enseñan
y también hacen desaprender,
latidos que han desbordado el alma,
llantos que han ahogado la noche,
llevo tormentas, abismos,
la calma poco me ha guiado,
no le temo a lo desconocido
ni al camino nuevo
o al ya caminado.
Llevo un barco ebrio en mi corazón
y unas hojas de hierba en mi alma,
tengo la edad del caminante, del camino,
de los pasos, de los pies,
tengo la edad de los sueños.
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