la piel siente el
hambre de la noche,
el hambre de décadas,
y llega la ceniza
del cansancio,
sin suspiros ni
anhelos,
sin salidas ni
ventanas,
enigmas de la desesperación
conducen a la sed
de las pesadillas,
a la sequía de las
mañanas sombrías,
laberintos sin
espejos,
sin luz, fantasmas.
Las pequeñas cosas
simples
se perdieron en el
camino,
las huellas se
borraron,
se fueron las
palabras bonitas
al fondo de las
cloacas del ayer.
El camino más largo
fueron dos pasos,
la espera no los valió,
y la nada fue la única
que postró su mano fría
en la noche más oscura.
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