lunes, 12 de marzo de 2018

A Silva

La soledad te condujo a la muerte
que al instante extendió su manto y sus alas
en tu pecho calcinado de amarguras,
paseaste por el aire nocturno y amigo de tu amargura,
conjugaste tu amor con tu desdicha,
con tu luna y tu locura.
¿Acaso querías ser viento, poesía infinita o se te olvido llevarte tu alma?
Ahora recorres palmo a palmo
los secretos de esta ciudad fantasmal,
donde hasta los árboles en alguna hoja te recuerdan.
Más no creas que alcanzaras la mano del olvido,
siempre estaremos aquí acompañando tu aire solitario,
tu nocturno, nuestros nocturnos...
solo tu sombra,
tu larga sombra,
esa bala amarga para ti,
quedo en nuestra sangre poética,
sin quitarnos la inmarcesible magia de tu vida.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario