que al instante
extendió su manto y sus alas
en tu pecho
calcinado de amarguras,
paseaste por el
aire nocturno y amigo de tu amargura,
conjugaste tu amor
con tu desdicha,
con tu luna y tu
locura.
¿Acaso querías ser
viento, poesía infinita o se te olvido llevarte tu alma?
Ahora recorres
palmo a palmo
los secretos de
esta ciudad fantasmal,
donde hasta los
árboles en alguna hoja te recuerdan.
Más no creas que alcanzaras
la mano del olvido,
siempre estaremos
aquí acompañando tu aire solitario,
tu nocturno,
nuestros nocturnos...
solo tu sombra,
tu larga sombra,
esa bala amarga
para ti,
quedo en nuestra
sangre poética,
sin quitarnos la
inmarcesible magia de tu vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario