¿Para qué mirar a los ojos si el alma en llamas esconde
la verdad
y el silencio es
cómplice del miedo que atormenta la noche?
¿Para qué suspiros, para qué pálpitos si la vanidad
absurda le lleva dos pasos a la luz?
¿Para qué abismos si la salida no está en tu sangre?
¿Para qué alas sin melancolía si no a todas las alas les
gusta volar en la oscuridad?
¿Para qué tristeza si no se pierde aunque no se gana?
¿Para qué miedo si la mano se quedó sin tiempo?
¿Para qué noche?
¿Para qué auroras?
¿Para qué darle tiempo a lo insignificante?
¿Para qué llamar a la soledad de su cuerpo?
¿Para qué escribir en blanco?
¿Para qué música si esos oídos se cierran?
¿Para qué más mascaras si tan solo una se encarga de
todo?
¿Para qué intentarlo si la locura no fue suficiente?
¿Para qué más licor si no te llevo a la verdad?
¿Para qué verdad?
¿Para qué sentir?
¿Para qué huir?
¿Para qué quedarme?
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