Navego a muerte por
corrientes oscuras,
llenas de soledades
hermosas que
me transportan
instantáneamente a aquel
desierto inmenso de
calles sonámbulas,
de putrefactas
sensaciones de discordia.
Y camino, navego,
vuelo,
regresando siempre
a mi puerto nocturno,
a mi soledad amada.
Navego a muerte
desafiando
todos los miedos de
mis fantasmas existenciales,
acompañándolos al
sepulcro de los segundos insatisfechos,
bordeando camas
vacías y estrechas,
esperando una luz,
una pequeña luz,
que
instantáneamente apareció y
volvió a perderse
en la inmensidad del mar
de donde me perdí,
me pierdo.
Navego a muerte
buscando, buscándonos y buscándome,
sin brújula, sin
faro,
pero navego a
muerte y a la muerte
llegare navegando.
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