domingo, 26 de julio de 2020

Ella era el aroma


Mientras su cabello bajaba por su espalda marcando la suavidad de la tarde, sus manos hacían arte; cada forma, cada figura, cada textura en sus dedos eran magia. Cantaba, movía su cintura, aquella alegría quedaba en cada gota del dulce que preparaba. Despacio, los ingredientes se mezclaban con el movimiento de todo su cuerpo, que en sus manos, concentraba la pasión que después el paladar sentía.
Sol, lluvia, viento, noche, cada momento era perfecto para ella. Colores y sabores llenaban esas tardes en que el tiempo se detenía en su mundo. Ella era el aroma, la vida, el sabor. Cada pedazo de sus creaciones eran manjar que al contacto de los labios y lengua producían las sensaciones más inexplicables, era una cosquilla que te recorría desde la boca hasta los pies, era el elixir del sabor. Y ni que decir de su olor: ella olía a todos los aromas.
Vainilla, canela, miel, rojo, azul, crema, sinergia que llevaba a sentir todo en cada postre. Lo que ella no sabía, era que al otro lado de sus postres, ponqués y delicias, había un hombre que la perseguía en cada sabor, en esos olores a dulces tardes, noches y ensueños.

Él la imaginaba suave, en su mente recreaba como ella hacía de sus manos obras de arte para ser degustadas sin prisa, dejando que en la boca las sensaciones hicieran un orgasmo de deleite. ¿Dónde buscarla, dónde encontrarla, dónde hacerla realidad?
Cada tarde pasaba por aquella pastelería y compraba algún postre; el dueño le había dicho, que aquellos manjares, se los llevaban en la mañana, no conocía a quien los hacía.
¿Puede un aroma o un sabor, llevarnos a desear a alguien? En él, sí, y a veces en sueños, a altas horas de la madrugada, sentía que podía tocar a aquella mujer lejana.

Ese día, ella, sentía una vibración diferente en su cuerpo, en su mente, en sus manos, era como si tuviera una corazonada, así que preparo el postre jamás hecho. Mientras lo preparaba, sentía como si ese dulce tuviera ya un destino, a un hombre que ella a veces imaginaba. Cambió, por ese día, su rutina y fue personalmente a llevar sus postres a aquella pastelería, fue en horas de la tarde, con la sorpresa de que al entrar vio a un hombre que se encontraba comprando sus postres. Fue imposible no fijarse en él, y sintió algo en su interior, algo que nunca había sentido. Cuando él salió, la vio, con su cabello negro largo, con unos ojos abismales, labios de sabores y un aroma a cielo, un aroma que solo había percibido en una noche cuando degustaba un postre de ella. Se miraron a los ojos al instante y cada uno se encontró en el otro. Ella halló el otro destino de sus manos, y él, supo que ese aroma sería su despertar, el despertar de cada sueño mientras la miraba a su lado.

#Relatos #Microcuentos 

2 comentarios:

  1. Wow que cuento tan dulce,tan hermoso e increíble quede enganchada, me encanto 💖

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    1. Muchísimas gracias por leer, el tiempo, la compañía y tus palabras. Un abrazo :)

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