martes, 12 de marzo de 2019

¿Cara o cruz?

- ¿Tienes tiempo para vernos hoy?
- Estaré muy ocupado pero sí deseo verte, me haces mucha falta…

Él nunca podía resistirse a verla, era ella la que lo sacaba de la absurda monotonía en la que se había convertido su vida. El tiempo que le dedicaba a gerenciar aquella compañía de outsourcing le había asfixiado. Ya no eran sus amigos, ni su hogar, ese sitio donde escapaba del tedio de su apretada agenda, salvo su hijo y ella, eran quienes le daban vida a sus días, ya ni su esposa lograba hacerle bien. Hacía un par de años había dejado de amar a su esposa con ese amor con el que la había llevado al altar; su esposa era una mujer hermosa, inteligente, muy conservadora en todo, provenía de una familia muy culta, eso fue lo que hizo que se enamorara de ella, pero con el tiempo se dio cuenta que faltaba algo, una chispa de espontaneidad, de no tener todo bajo control, porque hasta su hijo fue planeado milimétricamente, hasta en el día que debían engendrarlo. Por otro lado él provenía de una buena familia, no muy pudiente pero muy educada, se hizo su carrera con trabajo, educación y perseverancia, era admirado por su visión en los negocios, por su liderazgo incluso en los juegos, por tener un hogar intachable, siempre era invitado a eventos del sector donde trabaja, reuniones familiares y de amigos.

Una noche que parecía sería común y corriente, en uno de los eventos de una fundación a la cual ayudaba su empresa, la distinguió:

- ¿Eres Salvador, patrocinador de esta fundación?
- Me gusta más la palabra amigo de la fundación ¿Y tú eres?
- Ana, he oído mucho de ti…
- ¿Cosas buenas o malas?
- Todo muy bueno.

Conversaron aquella noche un rato y él marchó a casa, lo que no sabía era que ella lo sacaría de su vida normal para llevarlo a vivir sensaciones que no había vivido antes.
Una mañana ella decidió llamarlo, le propuso que se vieran para conversar un rato y así sucedió aquel viernes de febrero. En un café conversaron sobre sus vidas, ella lo veía con total admiración, él la percibía como una mujer muy inteligente, sensual, con un toque de locura exacto para huir de la cotidianidad; empezaron  a sentir una afinidad en algunas cosas y sus puntos de vista diferentes en otras los hacia más cómplices. Para ella no era ningún inconveniente que le llevara casi 10 años, eso era muy interesante y él veía en ella lo que ya no veía en su esposa. Un mes después volvieron a verse para tomar unas copas, y en medio de la noche lluviosa de aquella cita, sus ansias los llevaron a iniciar un romance, desbordando la pasión contenida hasta que el amanecer los sorprendió.
Ese sería el inicio para él de muchas situaciones que lo llevarían a descuidar por completo su trabajo, su familia e incluso su hijo. En su oficina, distraído por completo, él pensaba en como ella le hacía el amor como nunca lo había vivido y después del sexo siempre tenían conversaciones diferentes a lo trivial, en medio de risas, caricias y de volver a hacer el amor hasta quedar cansados sus cuerpos. Cada vez más él la buscaba, entre semana, los viernes, incluso algunos fines de semana empezó a dejar su hogar para verla y viajar, era como si después de tanto vivir una vida tan cuadriculada, la adrenalina llegara para hacerle sentir la vida en el amor de una mujer.
Empezó a ocultar los extractos de su tarjeta de crédito porque en ellos estaban reflejados los detalles que le brindaba a Ana, desde flores, chocolates, hasta noches de moteles, lencería, juguetes sexuales y todos los antojos que desde su caballerosidad y perversidad le nacían.

Pero lo inevitable sucedería:

- Salvador: tenemos que hablar.

Y esas palabras de su esposa retumbaron en su mente como bomba atómica, por supuesto ya sabía de qué se trataba así que no evadiría el tema.

Un mes después vivía en un apartamento en alquiler donde estaba viviendo el paraíso con Ana, que prácticamente no salía de allá. Pero descuidó tanto su trabajo que la junta directiva decidió cancelarle su contrato y fue así como si un viento empezara a derrumbar aquel castillo de naipes.
No veía ya casi a su hijo porque su exesposa no se lo dejaba ver por no cumplir con sus obligaciones financieras para con él, las deudas empezaron a socavar su vida, sus amigos se empezaron a alejar y Ana empezó a ver una versión que no conocía, como si ese Salvador triunfador se esfumara y poco a poco empezó a hacerse a un lado.
Del paraíso pasó al infierno en un abrir y cerrar de ojos, prácticamente solo, sin nadie; conoció las más sombrías noches, las madrugadas más punzantes, los amaneceres más fríos y agotadores. Y una noche se enfrentó a sus demonios más poderosos.
No supo si fue una alucinación, un sueño o una aparición, pero una voz le susurró que tenía solo dos salidas, morir o despertar y luchar por renacer. Y mientras una moneda fue lanzada al aire, la voz le dijo: si pides cara morirás, si pides cruz vivirás para renacer, que pides ¿cara o cruz?

#Cuentos

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