lo percibí,
tus pasos
cautelosos y silenciosos
marchaban todos los
días
por la alfombra de
la oficina;
sin saludar hacías
notar tu presencia azul
- tu belleza es tu
mejor saludo ante
unos ojos que
profundizan en lo anormal de los buenos días –
¿Te acuerdas del
primer hola?
he visto y
escuchado miles de ¡hola!
pero nunca he
sentido uno sin palabras como el tuyo.
En el fulgor
mañanero tú perfume
era mi mejor tinto
de motivación,
y tus mensajes
oportunos e inoportunos
jugaban con mi
trabajo y conmigo.
Los mejores ¡hola!
estaban acompañados de un beso,
un beso, que de
verso tenía mucho para mí,
un beso que se
transforma en mi ángel guardián
cada vez que tienes
que marchar.
Sabes ¿no sé si es
mi verso o es mi beso el que te ama?
Creo que ambos,
y todas mis
mascaras también;
Te regalo mi
mascara de vida,
tómala como un beso
y
plásmala en ti,
en tus ojos,
que más que verso,
son poesía.
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