Palabras extrañas
no comprensibles,
el limbo de la vida
me angosta ese oxigeno voraz,
noches frívolas,
charlatanes deseos de calma,
no paran, golpean,
preguntan por mí al espejo roto,
cicatrices de
tiempo en mi cabeza,
recetas para la
sordera de su presencia no hallo,
encuentro el jardín
pisado de incendios fríos,
arrugas en esta
camisa mañanera.
Imposible purificar
ese tufillo embriagante,
esa gota que cae
solo una vez y muere,
así su recuerdo
ignoro,
plasmo su retrato
en agua salada de lágrimas y sudor,
cansado, busco su
voz en muros de lamentos,
y esa jarra derrama
tiempo;
las palabras se
marchan, pierden su forma.
Encima de la
catarata, marcho al fondo del vaso transparente,
al fugaz vivir del
no dormir.
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