lunes, 29 de julio de 2019

He muerto


“He visto monstruos allá abajo en las zonas de sombra,
en los recónditos laberintos del inconsciente,
he pensado en el suicidio, en irme lejos,
donde nadie conozca mi nombre”
M.M

He ido a la cama de concreto,
la que destruye la carne,
he caído al suelo, arrastrándome,
sin agua, sin ganas,
he caminado en la oscuridad de cuatro paredes
que se cierran y aplastan mis pulmones,
he ido a un agujero negro,
que dando vueltas, me explota la cabeza,
la mente, las manos.
Los monstruos de abajo
me quitaron el hoy,
desgarraron mi piel de soledad,
cerraron el laberinto
dejándome allá, en la perdición
del tiempo derretido.
He muerto muchas veces
en una sola noche,
me he quedado sin corazón, sin tripas,
he escuchado las manecillas del reloj
retumbar en mis oídos
como eco de la guerra,
como cañón del infierno.
He sido todos y ninguno,
me he quedado sin ojos,
sin garganta,
sin máscaras,
sin nada.
He sido la melancolía,
la nostalgia,
la ira, el dolor, el absurdo.
He muerto,
otra vez más.

#Poesía

sábado, 27 de julio de 2019

Escribirme en ti

Escribirme en tu piel cálida,
en los vidrios fríos
llenos de escarcha blanca,
en mi lluvia de medianoche,
en mi soledad.
Recorrerme en tus ojos auscultadores,
esperando que llegues al secreto
de mis madrugadas sin sueño.
Ser invierno, café,
calentarme en tu cintura cómplice,
quedarme en tu pecho de primaveras,
ser verano en tu cama diáfana,
estar oculto en tu piel,
escondido de las estaciones de la realidad.
Escribirme en ti,
para que me leas
sin mirar, a oscuras,
en tu inspiración y habitación.
Escribirme en tu noche,
saberme en tu mente y piel,
y ser el que conoce el secreto de tus labios rojos.
Y así,
ser la línea perfecta de la inspiración en el silencio
que me reúna con una gota de vida
en medio de mi realidad de tardes largas.
Escribirme en tu piel,
sin título,
sin comienzo,
sin nudo,
sin final.
Escribirme en ti
para nunca ser olvidado.

#Poesía

miércoles, 24 de julio de 2019

Sin mañanas

Quitarte el frío de la piel,
de las manos,
de los labios,
traerte al calor
de una palabra que se convierta
en tango.
Insinuarte el camino
para que me lleves por tu ruta
de la pasión,
del deseo incontenible.
Llévame al color de la ropa
de medianoche,
a la transparencia
que enloquece,
toma mis manos
y llévame por
donde desees…
sin vergüenzas,
sin mañanas.

#Poesía

martes, 23 de julio de 2019

¿A dónde llevas?

Dos dimensiones
en una sola mujer.
Verla,
era sentir un portal,
cada una llevaba por un camino diferente.
Una se apoderaba de las luces,
de las miradas,
de la noche.
Su cabello tenía
embrujo,
su piel
con un toque de canela,
alucinaba.
En su escote se escondía
la seducción de la luna,
la locura del alba.
Otra, detrás del vidrio,
llevaba a buscar a la más oculta,
imaginarla,
era atravesar la puerta de su yo,
enigmática, azul,
quizás oscura, quizás luz,
allá el verdadero misterio.
Verla, no era ver a una,
eran muchas en ella,
todas invitaban
a un lugar diferente en la mente.
¿A dónde llevas?
Sus ojos,
misterio del universo,
toda,
contemplación de los sentidos,
invisible sensación.

#Poesía 

lunes, 15 de julio de 2019

¿Con qué sueñas?

Sueño con ser un gusano pero no sé si soy un marrano que sueña ser gusano, o soy águila que sueña ser marrano que sueña ser gusano, pero en fin ¿será mi personalidad? ¿Será qué me identifico con ellos? porque yo, todo un delfín ¿Por qué pensaré también que soy un caballo?
Pero me siento y pienso en el tiempo que gasto pensando en esto.
También siento que me enamoro y me enamoro como ese gato que aparenta ser sapo, pero que en realidad es una gallina que salta y baila al imaginar que su novia la canguro regaña a su abuela, esa abuela tierna y cariñosa como una pantera y que habla como un canario y come como su abuela.
Y la vida pasa y pasa y yo pienso de nuevo ¿Qué será lo que pasa?
Pasa un avión con muchos carros y carros con muchas personas que creen ser gorilas que vuelan como palomas y traen al mundo bebes cigüeña que lloran pensando en todas las culebras con una gran lengua, llena de palabras, palabras envidiosas o llenas de gracia, no sé, pero… ¿Qué es la gracia?
Gracia es la que tiene esa cucaracha con cara de grillo y patas de vaca, eso es gracia.
Poder imaginar y sacar de cada cosa algo con gracia, la gracia de revolver ideas y enloquecer buscando pensar en la tristeza de no poder soñar y vibrar pensando en una gran idea: Un zapato café que parece un árbol con ojos de anillo y dientes blancos como la nieve roja del hielo amarillo y lleno del agua verde que corre por las calles de la ratas que cantan como arañas y que también sueñan como nosotros…
Y tú ¿Con qué sueñas?

#ÁcidoNeurótico

Empíreo de fuego

Tomó mi mano, me llevó por un camino oscuro. Era como caminar por un bosque, árboles gigantes a los lados, el sonido de un río al fondo. Ella, desnuda, me llevaba a su antojo por aquel camino. Sus caderas de fuego me dejaban sin aliento, su espalda desnuda llevaba por la ensoñación del cuerpo deseoso de sudor. Sus dedos tomaban los míos con la suavidad de la seda, sus senos jugaban con mis labios y lengua. Su cuello era la fantasía de los colmillos de sangre, sus largas piernas apuraban mis pasos y aceleraban mi corazón.  Me tiró en la orilla del camino, puso sus piernas en mi pecho, con sus manos llevó mi cabeza a su entrepierna, me empujó sin vergüenza a su templo.
Mi lengua recorría su sexo sin dejar una sola sensación para después. Ella, me devoraba, clavaba sus uñas en mi espalda, mordía mis labios, gemía mi nombre, me dejaba sin piel.
Me tomaba de la mano y me seguía llevando por ese camino, en donde solo la desnudez de ella era la que iluminaba.
Llegamos a una casa roja en medio de unos árboles, al lado un gran lago y adentro de la casa una fogata. Su piel, a la luz del fuego, era como contemplar el surrealismo, mágica existencia. Suave, delicada, su cabello largo, su acento de cielo. Me tomó de nuevo y me hizo suyo, dejó en mis labios, en mi cuerpo todo su sabor, su picante, su cuerpo de lujuria, su sonrisa y su perversión.
Me seguía tomando de su mano y yo me dejaba llevar a donde ella lo deseara, era su esclavo, mi cuerpo era ella, mi existencia, su deseo. Ella, mi empíreo, no existía sin ella.
No pude con exactitud ver su rostro, pero sentí como nunca a aquella mujer que me hizo el amor como diosa.
Desperté, y en mí, sus marcas.

Ahora, cada abril, me deja ver su rostro. Y yo, busco ese camino, aunque me pierda.  

#Relatos #Microcuentos #Poerotic #ElWhiskyDeMediaNoche 

jueves, 11 de julio de 2019

Crepúsculo rojo


A  Gloria.


Hicieron el amor, la vida, la noche, ella era la ensoñación hecha vida, la mujer más hermosa nunca conocida. Se despidió de ella dejando un café, el desayuno, una flor y una nota en la cama mientras ella dormía: “me fascinas”.
Ese día de julio sería, sin saberlo, el inicio del apocalipsis. Viajaba a visitar a un tío que hacía bastante no veía, era un viaje de dos días. Bajó del autobús, inició su ascensión por la montaña; al llegar a la cumbre, era ver un paisaje soñado, el frío del páramo blanqueaba su barba dejándola llena de escarcha, en lo alto era observar como si se estuviera en la cima del mundo. Llegó justo cuando el sol empezaba a asomarse y llenaba de vida todo el horizonte. Descansó unos minutos y empezaría ahora su viaje bajando de aquella maravillosa cúspide.
Treinta minutos después, entró a aquella selva que conducía por fin a la cabaña en medio del bosque. El camino, casi borrado por la espesa vegetación, era más  difícil de andar, le tocó parar varias veces para saber si iba por el camino correcto. Esto le tardó más tiempo del que inicialmente tenía presupuestado.
Por fin pudo ver un árbol muy alto que era la señal de que a casi quinientos metros, estaba la cabaña, era un alivio después de cuatro horas de caminar llegar al destino esperado. Al acercarse le pareció extraño no ver humo por la chimenea de aquella vieja cabaña. Al llegar, manchas de sangre por todo el piso, todo al revés, una escopeta en el piso y fue imposible no pensar en el suicidio. Llegó a la cocina, el olor era putrefacto, y ahí, encima de la su vieja mecedora, el cadáver.
El cráneo estaba perforado, no había sesos, lo extraño era que no parecía por balas de la escopeta, era más bien como abierto por algo, pero no podía imaginar qué. Al revisar la escopeta, como lo imaginó, estaba sin disparar ¿Qué le sucedió entonces a su tío?
La casa más cercana estaba a dos horas de camino a pie, al salir y buscar en los alrededores se dió cuenta que los animales también estaban muertos, los caballos, las vacas, todos, con las mismas marcas en el cráneo y sin sesos. El misterio llegó a su mente, igual la perturbación por esa escena, era como una imagen de una de las películas, y con algo de humor negro recordó,  de las que veía con ella, porque le gustaban.
Devolverse ya era casi imposible porque llegaba la noche, por ese bosque sería improbable caminar. Caminó entonces hacía la casa más cercana a dos horas. Solo le quedaba una hora de la luz natural del día, así que apuró el paso.
Al llegar a la casa más cercana, vio con terror, que había sucedido lo mismo. Las personas muertas, con agujeros en el cráneo y sin sesos ¿Qué hacer ahora?
No podía aún creer lo que sucedía, no era racional. Escuchó ruidos cercanos, como pisadas en el bosque que llegaba a esa casa. Salió, al ver lo que a sus ojos se presentaba, se quedó aturdido, perturbado, absolutamente todo perdió sentido, era algo imposible, pero lo estaba viendo, de frente.


Ella, en la ciudad, al ver las noticias a la mañana siguiente de la partida de él, sabía lo que tenía que hacer. Fue al viejo cuarto de san alejo, sacó la mochila que tenía guardada para casos de emergencia. En medio del caos pensó que había sido buena idea estar lista para lo que en su mente ocurría al ver tantas películas de zombis. Había agua, comida no perecedera, linterna, radio, pilas, impermeable, carpa, y lo que cupo en la mochila. Condujo en su camioneta por la calles de esa ciudad que parecía un mar de sangre, aterrada veía hacerse realidad lo que muchas veces disfrutó. Seres inertes que cobraban vida, comían todo ser vivo que encontraban a su paso, les despedazaban los cráneos y comían los sesos ¿Qué era eso, como sucedió? las calles llenas de histeria, el pavor inundaba el aire, las autopistas colapsaban, pero ella sabía a donde dirigirse.
Un monumental trancón no dejaba transitar los autos, por las ventanas entraban aquellas criaturas del terror, mordían, mataban. Sacó del baúl de su camioneta una escopeta, municiones y empezó a disparar sin detenerse. Volaban las cabezas mientras ella disparaba, en el piso, aplastaba sus cabezas con furia. Caminaba hacia el refugio que ella misma había construido.
De repente se le acabaron las municiones, tomó del piso un bate y empezó a golpear cabezas, en medio de lo crudo de la realidad, lo disfrutaba, parecía que era la única preparada para esa situación. Con su mochila a la espalda, salpicada de sangre, seguía caminando; encontró una bicicleta y continúo su viaje en ella.
Existía una laguna, en medio de aquella ciudad, la cual en su mitad tenía un pequeño islote. Le había tomado un tiempo largo construir una especie de bunker. Solo se podía llegar en bote. Ese era un escape que ella tenía, allá, iba cuando quería escapar de la cotidianidad a veces de sus días, o cuando llegaban días de los cuales no quería saber de nadie. Caminaba descalza por la pequeña playa, se liberaba. Ese paraje oculto en medio de aquella ciudad sería su salvación.
Llegó, se ocultó, encendió una lámpara allá guardada y encendió un viejo radio de aficionados. Lo último que escuchó en ese viejo radio fue: a las 06:00, de mañana, será el crepúsculo rojo.
Miró aquel amanecer y vio en el cielo una luz roja, como una explosión, inmediatamente en el horizonte una nube de polvo, de fuego rojo empezó a extenderse hacía todas las direcciones, corrió, bajó a su bunker y se refugió.


Atónito, no se podía mover. Su tío, al que vio muerto, llegó entre el bosque, en uno de los caballos que había visto muertos. La cabeza agujereada, al igual que la del caballo, los ojos en blanco, baba en su boca, así, como si lo olfateará, empezó a perseguirlo. Corrió lo más rápido que podía entre el bosque, ya de noche no veía nada, corría sin rumbo, la oscuridad era aterradora, solo su instinto de supervivencia lo movía. Sentía a su espalda una respiración que lo asediaba, escuchaba que lo alcanzaba, pero era como estar corriendo en el lado oscuro de la luna. Cayó por un acantilado, rodó entre la vegetación y quedó inconsciente. A la mañana siguiente despertó al lado de una quebrada, le pareció conocida y sabía que así podría llegar al pueblo más cercano, tenía fracturada una pierna, por lo que llegar al pueblo le fue muy difícil. Al llegar al pueblo, todo era una imagen surrealista, las calles empedradas llenas de sangre, las viejas casas del pueblo destruidas, cadáveres por doquier. Empezó a llover y las calles se transformaron en un río de sangre que corría buscando el cauce de la desolación y el terror. Sabía que no podía quedarse allí ni perder tiempo, le parecía volver a ver a su tío detrás, percibió que todos esos cadáveres se levantarían y lo perseguirían hasta comerlo. Entró a un almacén, vio un teléfono y la llamó a ella. Intentó tres veces y nada, se iba al buzón de mensajes.
Desconocía que esa misma situación ya sucedía en la ciudad. Volvió a llamar, dejó un mensaje de voz: te amo, estoy bien, intentare por cualquier medio llegar allá. En ese preciso momento se escuchó el ruido de una puerta, el sonido de vidrios rotos. Él, gritó, decía no, varias veces, los gritos crecían, ya eran de dolor, agonizantes y todo quedó en el más profundo silencio.


En aquel bunker improvisado había guardado todo lo necesario para sobrevivir un mes. Había apagado su celular para guardar la batería. Lo encendió, solo le quedaba el 2% de batería y escuchó el último mensaje que él le había dejado. Salió al mes, todo estaba destruido, regresó a la ciudad, a su casa. Las calles, todo, quedó totalmente destruido ¿Cómo volver a empezar? Pero ella, valiente, logró levantarse, y de en medio de las cenizas reconstruyó toda una ciudad, un imperio de almas luchadoras.
Al cabo de un año, después de toda la tempestad y que desapareció por completo el terror, ella, decidió ir a aquella vieja cabaña en el bosque, a donde él había viajado justo el día del apocalipsis.
Al llegar, aún las muestras de la muerte en el ambiente. Entró a un cuarto y encima de un escritorio, muchas hojas. Las empezó a ver y leer, varias notas de amor, poemas para ella y unos planos de lo que parecía otra cabaña. Al respaldo de esos planos una nota y el nombre de una ciudad, con una ruta de llegada.
Viajó a la ciudad mencionada en esos planos, preguntó a los habitantes del sector qué dónde quedaba. Una carretera conducía por paisajes verdes, llenos de vida, flores, cielos azules, montañas a los lados y de repente, una vista a una playa.
Llegó a una cabaña en madera casi terminada, llena de muchas ventanas, de pájaros multicolor. Al entrar, en una pared, un mensaje: sé que el frío no es lo tuyo, lo tuyo es la calidez, y acá, el calor de un hogar; yo solo quise regalarte un universo a donde escapar.

#Relatos #Cuentos #ÁcidoNeurótico 



Adiós extranjero

Llegó  una tarde de invierno. Aquel día, sería un día de mucho trabajo según su agenda. Junio para él tenía su magia, aunque parecía que a nadie le gustaba. Era la primera vez que visitaba aquel país, aquella ciudad del sur. Después de una ducha, salió sin perder tiempo, milimétricamente debía cumplir el itinerario, al siguiente día regresaría. El día trascurría normal, solo quedaba la última reunión y por fin a descansar.

Saliendo de aquella sala, ella lo observó, él no pudo escapar a su mirada, que con algo de timidez, le volvió a ocultar. Su cabello dorado, su vestido negro, le insinuaban un café, una conversación. No dudo en saludarla, al escuchar su acento, sintió una fuerza interna que lo impulsó a invitarla. Ella lo llevó por la calle Corrientes. En un café, empezó a llevarlo por la ruta de la noche. Mientras ella le contaba de la historia de la ciudad, para él era imposible no ver la transparencia de su blusa, la sensualidad de sus piernas debajo de la falda de ese vestido negro. Percibía una mujer de fuego detrás de ese atisbo de timidez. No paraba de mirarla a los labios y entendió que ella no le era indiferente cuando empezó a acariciar su cabello dorado mientras hablaba.

Pocas veces tiene un destino el encuentro casual que desborda las bajas pasiones. No le interesó preguntar si era o no casada, sus compromisos, él sabía que debía partir temprano y a ella no le incomodó eso. Salieron del café, la tomó por la cintura y la besó, no lo resistió, ella se dejó llevar. En la habitación del hotel, casi tan pronto entraron, la besó de nuevo, la llevó contra la pared, llevó su mano a su entrepierna levantado la falda del vestido, empezó a quitarle la blusa, llevó sus manos a sus caderas con frenesí. El encaje negro, toda su transparencia de locura, lo convirtió en esclavo de ella. Le quitó la ropa interior con la boca, con su lengua llegó a su templó, la saboreó con pasión, con lentitud, quería sentirla temblar, sentir su río de pasión encima. Entre gemidos incontrolables la hizo suya, ella lo hizo su extranjero. Ella dejó las marcas del deseo en su espalda, rasguños de placer en una noche cómplice, en la habitación 317, en la habitación del pecado del sur.

Cuando él despertó, en la cama, había una nota con la ropa íntima de encaje de ella: Adiós extranjero, si decidís volver, ya sabés donde buscarme.

#Relatos #Cuentos #ÁcidoNeurótico 

miércoles, 10 de julio de 2019

Maldito carro bomba


Arreglaba mi corbata, acomodaba el blazer, me aplicaba gel en el cabello, perfume y listo para conquistar el mundo. Me sentía diferente, sería sin duda un gran día. En el transporte, rumbo al trabajo, abrí la agenda para ver pendientes. No pude ocultar mi felicidad al ver en la agenda una nota de Bibiana. Necesitaba ese día cerrar alguna venta en la inmobiliaria, quería invitarla a salir, además que la quería llevar a almorzar. Siempre que la iba a invitar le daba prioridad a otras cosas y terminaba por no llamarla, y ella me insistía tanto que no era justo, sentía un cargo de conciencia.
El tráfico, como de costumbre, estaba muy congestionado, ya llevaba quince minutos de retraso para llegar a la oficina. Ingresaba a las 10:00 am.

Y efectivamente, sería sin duda un día muy diferente que quedaría en la mente. 11 de noviembre, 10:15 am, sonó un estallido, todo se movió, seguimos el recorrido y a los cien metros, más o menos, empezaron las sirenas de las ambulancias a sonar, carros de la policía, el ejército, bomberos, todos pasaban a gran velocidad. No pudimos continuar en el trasporte porque estaba detenido. Bajé y empecé a  caminar, estaba ya muy cerca de la oficina.
De repente, en los andenes, miles de pedazos de vidrios que cayeron de las ventanas de los apartamentos y de las oficinas. Las personas corrían, varias de ellas, heridas por esos vidrios. Sus camisas, ropa, sus cabezas llenas de sangre al igual que sus manos;  gritaban, lloraban, corrían, momento de pánico y angustia.
Seguí caminando y llegué al edificio donde trabajaba. Absolutamente todos los vidrios del edificio por el piso, mujeres y niños llorando. ¿Qué pasó? le pregunté a Jairo, el vigilante. Sr Louis, es de no creer, sonó un estruendo, muy duro, todo se movió, colocaron un carro bomba en la esquina.
En la esquina trabajan dos compañeros con los cuales termine el bachillerato, así que salí corriendo para saber de ellos.
Al llegar la escena era de no creer. Escombros por el piso, vidrios, a unos cuantos metros un cráter en la calle, personas heridas, un carro hecho pedazos, algunas personas muertas. Pude ver a mis amigos, me acerqué, ellos por fortuna estaban bien, pero esa misma suerte no corrieron otras personas.
¿Por qué tanto terror? ¿Quién tenía un corazón tan oscuro para hacer eso? ¿Y si hubiera llegado a tiempo y fuera pasando por el frente al explotar el carro bomba? ¿Y si ese carro bomba se hubiera llevado a alguien cercano? ¿Qué sería de la vida de las personas que sí estaban sufriendo en carne propia esa tragedia pusilánime?  
¡Maldito carro bomba!

Aquel día en la tarde llamé a Bibiana, le pregunté que si quería tomar un café, salir un rato. Me dijo que no, que la verdad se había cansado de esperarme tanto, que lo mejor era que cada uno siguiera su camino.
Desde aquel día no volví a ser el mismo. La vida tomó otro valor y aunque tardé varios años en quitarme esa imagen de la mente, aprendí a valorar los minutos, el tiempo, la vida, las compañías verdaderas, el hoy.


#Relatos #ÁcidoNeurótico 

lunes, 1 de julio de 2019

Hoy, solo me acompañó Wagner

Se desgarra el sentir
en mi hoja en blanco,
el tiempo cobra
toda mi cobardía
o quizás el exceso de valentía.
Cada línea
me saca un pedazo del ayer,
me clava el puñal de
las malas decisiones.
Sentir trémulo,
cansado, frío.
Pago mis deudas,
acá, en el hoy,
en donde cada
respirar es un hastío
de realidad feroz.
Hoy,
dejo de ser el poeta del mundo,
me oculto en mi habitación oscura,
pequeña,
me pierdo en una irrealidad
de whisky, de opacas sensaciones.
Cierro los ojos,
caigo al abismo,
abro los brazos,
sin miedo,
que el infierno cobre todo,
el cielo se pierda,
su luz no alumbre.
Hoy,
solo me acompañó Wagner.

#Poesía