miércoles, 19 de agosto de 2020

Y te imagino suave, toda, tibia, ardiente...

Melodía,
medianoche cómplice,
secreta,
lenta,
brisa de mar en calma,
viento de selva…
y penetra mi mente,
corre por mis venas,
enciende mi piel,
manos, dedos,
corazón, pensamiento…
y cerrando los ojos,
mis labios,
sienten la seda
de tu desnudez
que te recorre desde
los pies hasta la frente,
y me detengo en tus cimas
de fuego,
en tus muslos de playa…
y te imagino suave,
toda, tibia, ardiente...
y en tu centro
bebo tu mar
hasta ser
fluido de tu pasión,
y en mi lengua,
dejas tu nombre
grabado
por diez mil
noches de insomnio.  

#Poesía 

lunes, 17 de agosto de 2020

Squirting De Colores

Cuentan que los alebrijes nunca están tristes, por el contrario, cada uno tiene la energía para contagiar de magia, colores y vida. Pero esta historia es un poco diferente, en donde dos seres, por poco se pierden en la desidia de la realidad. Todo empezó una noche de muertos, cuando aquel colibrí multicolor, mágico, guiador, mientras volaba por aquel cielo naranja, vio a un águila con fuego en sus ojos, arcoíris en sus alas, enorme, era como ver el ensueño de todo alebrije. Pero en aquel pasaje, ese que existe entre el mundo de los alebrijes y el de los humanos, algo sucedió en ese mismo momento de ensueño cuando se estaban cruzando: un agujero negro absorbió aquellos dos seres mágicos; dando vueltas y vueltas fueron trasportados a un sitio desconocido para ellos. Después de varios minutos de incertidumbre, cada uno, cayó a un lugar diferente en medio del ruido de ciudades que tenían grandes edificios llenos de vidrios, calles negras con líneas amarillas, humo entre gris y café en los cielos; los colores que antes adornaban sus mundos habían desaparecido. En el caos reinante de los no colores, se empezaron a buscar dos seres que estuvieron a punto de ser uno solo, pero que un destello de extraña realidad, apartó.
No entendían cuál era su destino, parecía una broma macabra, pero ¿de quién?
Poco a poco, la vida se convirtió en un sin sentido de asfixia en lugares que arrastraban a la monotonía de tardes de lluvia, de opacos cansancios, y allá, en la mente de cada uno, la esperanza de volverse a ver aun persistía negándose a desparecer. Se presentían en cada calle caminada, en cada café visitado, en cada autobús tomado; lo que no se imaginaban era que estaban en la misma ciudad.
Al otro lado del silencio, en cada una de sus madrugadas, se gritaban sus almas. Él, una tarde de abril, llegó por casualidad a un café oculto en una calle poco concurrida. Entró, pidió un café oscuro y sintió como si ese lugar fuera conocido, algo dentro de él, se lo hacía sentir; una corazonada le avisaba un encuentro soñado.
Ella, en una tarde de frío y gotas, buscó donde refugiarse del agua que mojaba la tristeza de no poder olvidar aquella mirada que le devoró el alma. Por esas casualidades inexplicables, entró a aquel mismo café y sintió esa misma sensación de conocer aquel lugar. Ambos, empezaron a frecuentar aquel sitio, en donde por fin tenían un descanso, un momento de aparente calma en medio de sus vidas de desasosiego.
En aquel café taciturno, mientras llovía a cántaros, en la puerta se cruzaron y se tropezaron: al mirarse, sus ojos se encendieron como relámpago en la noche más oscura. Y en esa mirada se invitaron un café, el cual, se extendió por horas, mientras en cada palabra que conversaban, se encontraban más y más.
Esa melancolía que acompañó sus vidas por un tiempo, de repente, desapareció. En aquella habitación de hotel, mientras se desnudaban y se recorrían la piel, sus cuerpos en éxtasis, se llenaron de colores y en cada uno, floreció de nuevo el surrealismo de la magia.
Aquel colibrí volvió a su forma y con su pico probó el néctar de la seducción, mientras ella, de nuevo águila, en sus poros, arropó la lujuria de la búsqueda desenfrenada. Y cuentan, que ella, al llegar a su orgasmo, un squirting de colores derramó, y por las ventanas de aquella habitación, se desprendió una luz con la intensidad de un púlsar. Quienes vieron ese destello, dicen, jamás habían visto algo tan radiante.
Y ahora, cada jueves, se encuentran en el mismo café y en aquella habitación de hotel, se hacen de nuevo alebrijes.

#Microcuentos #Relatos 

He visto

He visto
a la maldad llorar
y pasar por víctima...
He visto
al terror extender la mano
para ayudar y engañar...
He visto
a los cuervos vestirse de águila
y volar sobre grises y rojo...
He visto
reír sin parar a quien empuñó
la daga pusilánime. 

#Poesía