lunes, 15 de julio de 2019

Empíreo de fuego

Tomó mi mano, me llevó por un camino oscuro. Era como caminar por un bosque, árboles gigantes a los lados, el sonido de un río al fondo. Ella, desnuda, me llevaba a su antojo por aquel camino. Sus caderas de fuego me dejaban sin aliento, su espalda desnuda llevaba por la ensoñación del cuerpo deseoso de sudor. Sus dedos tomaban los míos con la suavidad de la seda, sus senos jugaban con mis labios y lengua. Su cuello era la fantasía de los colmillos de sangre, sus largas piernas apuraban mis pasos y aceleraban mi corazón.  Me tiró en la orilla del camino, puso sus piernas en mi pecho, con sus manos llevó mi cabeza a su entrepierna, me empujó sin vergüenza a su templo.
Mi lengua recorría su sexo sin dejar una sola sensación para después. Ella, me devoraba, clavaba sus uñas en mi espalda, mordía mis labios, gemía mi nombre, me dejaba sin piel.
Me tomaba de la mano y me seguía llevando por ese camino, en donde solo la desnudez de ella era la que iluminaba.
Llegamos a una casa roja en medio de unos árboles, al lado un gran lago y adentro de la casa una fogata. Su piel, a la luz del fuego, era como contemplar el surrealismo, mágica existencia. Suave, delicada, su cabello largo, su acento de cielo. Me tomó de nuevo y me hizo suyo, dejó en mis labios, en mi cuerpo todo su sabor, su picante, su cuerpo de lujuria, su sonrisa y su perversión.
Me seguía tomando de su mano y yo me dejaba llevar a donde ella lo deseara, era su esclavo, mi cuerpo era ella, mi existencia, su deseo. Ella, mi empíreo, no existía sin ella.
No pude con exactitud ver su rostro, pero sentí como nunca a aquella mujer que me hizo el amor como diosa.
Desperté, y en mí, sus marcas.

Ahora, cada abril, me deja ver su rostro. Y yo, busco ese camino, aunque me pierda.  

#Relatos #Microcuentos #Poerotic #ElWhiskyDeMediaNoche 

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