y una que otra maldición,
todos al tiempo
preguntando por mi
en el fondo del
abismo,
sin tregua y sin
tiempo,
sin licor y sin
salida.
Aun así no huyo de
esos laberintos,
ni intento ser víctima
del destiempo,
tan solo me abrazo
y cierro los ojos,
me tomo un café como
si fuera el último,
busco letras en
medio del caos,
me aparto, me
desfiguro para buscar la forma,
la esencia o una
luz,
cambio de nombre,
de noche y de país,
soy de este submundo
y del surrealismo,
camino en las sombras
y en el fuego,
me trasformo en
sueño y en insomnio,
en madrugada y en
aire,
en desdicha y en
universo,
buscando en cada rincón,
en cada señal,
en cada pedazo de
libro
que me insinúa la
luz de mi lámpara nocturna,
buscando en cada
nota de mi música…
y llegan de una
distancia conocida
tus palabras,
y son oasis en
medio de la sequía,
son la mano amiga
que estremece el alma,
el abrazo fuerte
que recompone el ser,
el saludo que anima
la mañana y el camino,
y es cuando se
siente
que la belleza
existe,
que el universo a
veces es alcanzable,
y es cuando de
nuevo las palabras
quieren volver a
ser forma,
el papel de nuevo ser
viaje
y la música hace
subir el volumen de nuevo,
son tus palabras el
camino verde
que de niño
caminaba,
son tus palabras
ese bosque
en donde no le temía
a los lobos…
miro a las estrellas
en esta noche de marzo,
vibro con la
inmensidad,
y allá, en ese
cielo,
digo tu nombre,
y le digo a las
estrellas
que guíen tu
caminar, tus pasos,
que son universo,
oasis, noche y luz,
y le digo al
universo,
que seas estrella,
noche y playa,
pasos y vida,
hoy, mañana y
eternidad,
que seas siempre Gloria.
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