viernes, 27 de agosto de 2021

Carta a ángel del silencio.

 

Bogotá, 26 de agosto de 2021.

 

A usted, a sus mujeres, hoy, vida.

 

Estimada dama y hermoso ángel del silencio.

 

Le saludo, dama, como gota de rocío buscando el césped de su naturaleza, esa que desborda en enigmas indescifrables, laberintos, caos, penumbra y destellos de luz y vida, porque sepa usted que vi mucho en sus ojos, en su sonrisa, en sus palabras que rompieron mis silencios de años, y cual osado soy, que no solo vi, sentí, y sentí a una mujer como pocas veces uno se puede cruzar en la vida.

Sepa usted que recorre mis venas, así, con locura. Se apodera de mis pensamientos que desbordan su nombre en cada minuto asesino, incluso en silencio le escribo. Desde su aparición a mi mundo no pasa un día en que no le piense, no le extrañe, no le tenga en mi mente y sentir. He divagado en noches de mucho silencio, y en cada minuto de largas horas y madrugadas, su presencia, avasallante, reclama el espacio que ya es suyo.

Sepa usted, dama, que la veo como la primera vez en que la vi: cierro los ojos y veo su cabello, sus labios, su sonrisa, sus ojos de vida, también sus ojos tristes, sus melancolías, desdichas, su ayer no muy fácil, sus sueños, sus luchas, sus victorias, lo bueno. También, sépalo dama, veo sus manos sosteniendo el café, sus ojos mirándome, su caminar, su cintura, y escucho, desde ese día, su voz que retumba en mis espacios íntimos, y allá, escucho esa melodía como canción oportuna. Me saben a cielo sus palabras, y sus silencios, me llevan por caminos no andados, que, sin cobardía, exploro, camino e intento hacerlos mi presente, al igual que deseo ser el suyo.

Sabe, vi en sus ojos un sol que brillaba, vi en su cabello un viento que era hogar y vuelo de libertad, sentí la belleza del universo en una tarde de julio hecha realidad en su magnificente hermosura, porque sin mentirle, es usted una mujer con la belleza de la vida: real, cielo, días difíciles, imposibles, con sus mejillas que tiene caricias, con sus pasos que tiene complicidad, con su mano que sabe a hoy, con sus labios que tienen besos de pasión, con su carácter que intimida, con sus cicatrices que más me llaman a usted. Es muy hermosa, mucho; al universo la gratitud por una mujer como usted.

Me sabe su presencia a delirio, vida, la sueño despierto, dormido, soñando, clavada en mi hoy, en mi memoria sin olvido, en mis manos que la buscan entre líneas, entre palabras y entre silencios, esos que usted me ha enseñado a habitar, y que me hacen diferente, porque sépalo, que ha hecho mucho en mí, mucho más de lo que imagina.

Lo más leal al hoy es el sentir, el corazón, al igual que el alma y de eso, dama, no se puede huir, así lo intentemos.  Algunos pedazos, aún fragmentados, usted los unió en mí, me llevó a sentir de nuevo, a habitar sueños, pero, sobre todo, me salvó, sí, me salvó la vida.

No se va, no se ha ido, no se irá. Acá le espero, hoy, otro hoy y los que sean necesarios, porque de su presencia no se sale intacto, se sale más hombre y acá se le aguarda con laberintos, enigmas, silencios, distancia, con vida, luz, con sus sonrisas sublimes, con su bondad, su complicidad, sus detalles, con lo especial que es, con su cabello sin importar lo largo o corto, con su rostro algunos días cansados pero igual de hermosa, con toda usted; y no crea, días sin usted son algunos complicados, pero no son ausencia, porque igual la llevo en mí y alegran mis horas grises y de asfixia.

Deseo sus hoy sean llevaderos, decisiones que le acerquen a usted misma, a sus sueños, a su vida, a su vivir, a su fuego, a ese que tiene adentro esperando volver a ser, a salir, y porque no, a poder verme en sus ojos una vez más.

De usted, siempre.

Alex.

#Epistolar 



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