sábado, 14 de diciembre de 2019

Dolor erótico


Todo estaba en el silencio más perturbador, la oscuridad reinaba, las sombras eran las dueñas de la vida. En el reloj, las 3:17 am. Recordaba, en su insomnio, como en su adolescencia fue muy introvertida, veía a su alrededor mujeres de su edad, más abiertas a vivir y tener experiencias de todo tipo. Ella, no salía de sus libros, de su cuarto lleno de anhelos pero no de momentos. Miraba la oscuridad de aquella habitación, y en medio de la luz de neón que se metía por la ventana, contemplaba, en el suelo, las sogas, los collares, las joyas, la ropa negra de látex, y eso la excitaba de nuevo. Todo empezó, cuando en la universidad conoció a Louis, con él, había perdido la virginidad, y la llevó por un mundo de aventuras sexuales que jamás imaginó. Le tapaba los ojos, le apretaba el cuello, le daba palmadas en las caderas, lo que al principio pareció ser raro, le fue llenando de placer, hasta el punto de pedir más y más. Pasó de relación en relación, Louis, la había dejado por otra, desde esa vez, decidió no enamorarse más de nadie, lo que fue desamor, se convirtió en su adicción al sexo, al placer de la carne, a alargar los orgasmos hasta el máximo punto, que con el dolor, la llevaba por mundos inimaginables. Pero, cada noche, su cuerpo pedía más y más, y ya ningún hombre satisfacía esos deseos que se tornaban cada vez más oscuros. A veces sumisa, otras, dominante. Gozaba que la ataran, que le dieran latigazos, que le amordazaran la boca, después, ya le producía placer estar con varias personas al tiempo, se volvió presa del dolor erótico, de la perversión a su máximo nivel.
Cada noche, en aquella habitación oscura, la visitaban los amantes de turno, los que la hacían esclava, los que la dominaban, a los que dominaba, los que hacían a su cuerpo todo tipo de experimentación carnal. La locura, se apoderó de su mente en esa madrugada sombría. Ya no sabía cómo saciar esa sed de sexo, esas ganas del dolor de su cuerpo. Se tocaba hasta sentir dolor, dormía un rato, despertaba con esas mismas ansias, y repetía ese ciclo vicioso sin encontrar salida.
Su mente se perdió por completo, ya ni el más mínimo roce de piel, ni el más sutil atisbo de frenesí carnal, le quitaron ese vacío. Llegó a la oscuridad, a esa del mismo color de su ropa de látex negra. Sentía en sus ojos sogas, que no le dejaban ver ya nada. Y desde aquella noche, en su mente veía a todos sus amantes de turno con grandes máscaras, antifaces, látigos, solo olía sexo a su alrededor, pero no los podía tocar, ni sentir. Era como si una maldición se hubiera apoderado de ella, como si le hubiera quitado el placer, y solo le dejaba a la locura como única compañera de oscuridad.
Una extraña sombra, pasó por el frente de ella, una sombra que pareció salir de en medio de sus piernas, una sombra que llevaba un collar plateado con el nombre de ella. Lo único que supo, era que su sexo, se había perdido en la locura.

#Relatos #Microcuentos #ÁcidoNeurótico 

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