viernes, 20 de diciembre de 2019

Coche a la nada


3:17 pm; el semáforo en rojo parecía una eternidad. Cerró los ojos, respiró profundamente, estiró sus brazos, también sus piernas debajo del volante y exhaló. Sintió en ese preciso momento, una palmada en la espalda y una voz que le dijo: ánimo, hay días en que el cansancio de la vida pesa, días en el que todo es la carga de muchos meses atrás, de años y de décadas, te entiendo, ese cansancio lo he sentido, lo he vivido, lo he vencido y a veces me ha vencido, ¿Quieres una cerveza?

Sentado en la barra del bar, esa voz le seguía hablando: hace poco renuncié a todo, literal, me cansé, mi mente explotó, mi cuerpo no resistió más el estrés de la vida, del dolor. Esa sensación la había tenido durante varias épocas de la vida, pero nunca como esta vez. Pero tranquilo, la vida siempre vale la pena. Relájate y respira. Ves esa mujer, en la mesa de la esquina, desde que entraste, te ha observado, invítale una cerveza, habla con ella, eso te desestrezará más.
En ese preciso instante, alguien en la rockola de aquel bar, colocó la canción “sympathy for the devil”, fue al baño, y aquella mujer, al mismo tiempo, también fue. Se miraron con la desidia y el agotamiento que la vida suele a veces causar, y ambos, al mirarse, entendieron ese desasosiego. De repente, sintió que algo no estaba bien, estaba frente a un espejo, alrededor no había nada. Un silencio perturbador llenó de angustia el rojo de fondo en aquel bar. Una sombra negra, con forma de mujer, salió de uno de los espejos, tenía los ojos color mar, los labios rojos como la sangre, el cabello como girasol. Lo tomó de la cintura, lo besó, y mientras lo besaba como nunca lo habían besado, en su mente, pasaron todas las escenas de su vida en una ráfaga de momentos: los buenos y los malos, todo en su mente era como si aquel beso fuera una máquina del tiempo. Repentinamente sintió que le arrancaba el corazón, y mientras lo sostenía en la mano, un chorro de sangre empezó a convertirse en su misma figura. Una voz, de nuevo, le susurró en la mente: Si estás cansado con tu vida ¿quieres venir conmigo?
En un abrir y cerrar de ojos, estaba de nuevo en la barra del bar, y al lado, aquella voz, la misma que escuchó cuando en la espalda le dieron una palmada. Le seguía hablando, pero cuando intentó ver quién era, no había nadie.

¿Qué me sucede, porqué esta presencia tan extraña? Un frío espontaneo le recorrió desde los pies hasta la frente, le heló los huesos, la carne, vio sus manos de nuevo en el volante de aquel coche, miró hacia atrás, y ahí, la compañía de aquel momento.
Cambió el semáforo a verde, los autos atrás empezaron a pitar, él, empezó a conducir de nuevo, todo fue un breve sueño, pero sabía que aquella mano en la espalda, si fue real. El viaje por la autopista había sido muy extenuante, y ya en la ciudad, mucho más. Por fin llegó a su destino. Abrió la puerta trasera, le entregó los papeles a quien le recibió y dijo: El sr Moreno murió hace 7 horas, el tráfico estaba pesado, casi no llego.
En ese momento el cadáver fue trasladado a la morgue para su necropsia. Y Louis, el conductor de aquel coche fúnebre, terminaba su trabajo por ese día.

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