3:17 pm; el semáforo en rojo
parecía una eternidad. Cerró los ojos, respiró profundamente, estiró sus
brazos, también sus piernas debajo del volante y exhaló. Sintió en ese preciso
momento, una palmada en la espalda y una voz que le dijo: ánimo, hay días en
que el cansancio de la vida pesa, días en el que todo es la carga de muchos
meses atrás, de años y de décadas, te entiendo, ese cansancio lo he sentido, lo
he vivido, lo he vencido y a veces me ha vencido, ¿Quieres una cerveza?
Sentado en la barra del bar,
esa voz le seguía hablando: hace poco renuncié a todo, literal, me cansé, mi
mente explotó, mi cuerpo no resistió más el estrés de la vida, del dolor. Esa
sensación la había tenido durante varias épocas de la vida, pero nunca como
esta vez. Pero tranquilo, la vida siempre vale la pena. Relájate y respira. Ves
esa mujer, en la mesa de la esquina, desde que entraste, te ha observado,
invítale una cerveza, habla con ella, eso te desestrezará más.
En ese preciso instante,
alguien en la rockola de aquel bar, colocó la canción “sympathy for the devil”,
fue al baño, y aquella mujer, al mismo tiempo, también fue. Se miraron con la
desidia y el agotamiento que la vida suele a veces causar, y ambos, al mirarse,
entendieron ese desasosiego. De repente, sintió que algo no estaba bien, estaba
frente a un espejo, alrededor no había nada. Un silencio perturbador llenó de angustia
el rojo de fondo en aquel bar. Una sombra negra, con forma de mujer, salió de
uno de los espejos, tenía los ojos color mar, los labios rojos como la sangre,
el cabello como girasol. Lo tomó de la cintura, lo besó, y mientras lo besaba
como nunca lo habían besado, en su mente, pasaron todas las escenas de su vida
en una ráfaga de momentos: los buenos y los malos, todo en su mente era como si
aquel beso fuera una máquina del tiempo. Repentinamente sintió que le arrancaba
el corazón, y mientras lo sostenía en la mano, un chorro de sangre empezó a
convertirse en su misma figura. Una voz, de nuevo, le susurró en la mente: Si
estás cansado con tu vida ¿quieres venir conmigo?
En un abrir y cerrar de ojos,
estaba de nuevo en la barra del bar, y al lado, aquella voz, la misma que
escuchó cuando en la espalda le dieron una palmada. Le seguía hablando, pero
cuando intentó ver quién era, no había nadie.
¿Qué me sucede, porqué esta
presencia tan extraña? Un frío espontaneo le recorrió desde los pies hasta la
frente, le heló los huesos, la carne, vio sus manos de nuevo en el volante de
aquel coche, miró hacia atrás, y ahí, la compañía de aquel momento.
Cambió el semáforo a verde,
los autos atrás empezaron a pitar, él, empezó a conducir de nuevo, todo fue un
breve sueño, pero sabía que aquella mano en la espalda, si fue real. El viaje
por la autopista había sido muy extenuante, y ya en la ciudad, mucho más. Por
fin llegó a su destino. Abrió la puerta trasera, le entregó los papeles a quien
le recibió y dijo: El sr Moreno murió hace 7 horas, el tráfico estaba pesado,
casi no llego.
En ese momento el cadáver fue
trasladado a la morgue para su necropsia. Y Louis, el conductor de aquel coche
fúnebre, terminaba su trabajo por ese día.
#Relatos #Microcuentos #ÁcidoNeurótico
¡Muy bueno! Alta experiencia extrasensorial...
ResponderBorrarMuchísimas gracias por la visita y leer :)
ResponderBorrarUn abrazo.